Los ruidos se oían desde las rocosas colinas que bailaban con la lluvia incesante del exterior, el ambiente se prestaba para uno de completas tragedias e incluso desastres naturales, apenas se alcanzaba a vislumbrar algo pues la lluvia era tan espesa que no permitía más que la borrosa capacidad repleta de gotas que caían y sonaban al chocar contra el suelo sin ningún otro ruido que el de los relámpagos y los árboles tronando.
Excepto el de una lejana y pequeña cabaña en el bosque de piedra con un jardín delantero y una valla blanca, repleta de naturaleza viva pero ordenada por manos humanas. Sólo habían un par de luces encendidas, la chimenea ya se había apagado, soltando el humo de lo que en algún momento fue un cálido fuego para reconfortar la temperatura corporal, no había nada más que silencio y muy al fondo se alcanzaba a oír un llanto.. uno sutil, uno delicado, uno que al oírlo, escuchas solamente la debilidad más pura de la existencia pero no era uno suave en un aviso de una necesidad sino uno desesperado, uno de ayuda y agonía.
La casa por dentro estaba envuelta en una atmósfera sombría, tensa y pesada haciendo sentir a cualquiera que la falta de aire era inclemente y que tus pulmones e incluso tu calma se veían violados por la extraña y oscura sensación lúgubre del ambiente, los escombros se denotaban y formaban parte de los alrededores como si una bomba hubiese explotado apenas en ligeras zonas, cuadros en el suelo, pedazos de pared regados en cada paso que se daba, los vidrios que acompañaban el suelo y a medida que más caminaba, menos control de su respiración tenía.
Hannibal caminaba con pasos lentos y la vista desorbitada en el fondo dentro de aquella morada sin entender nada de lo que estaba viendo pero tampoco le importaba. No le hizo ruido ver en el camino de las escaleras a un hombre de tez ligeramente morena con anteojos, los orbes abiertos mientras la vida ya no existía en su ser pero aquel pasillo que daba hacia la habitación era la que alteraba su imperturbable alma, sus pies se cuestionaban en obedecer a su cerebro y seguir caminando o quedarse allí inmóvil sin descubrir lo que encontraría allí pues una parte muy escondida y remota de su ser, temía que lo que se encontrara, iba a ser lo que menos quería ser capaz de ver.
Finalmente comenzó a avanzar mientras acechaba los alrededores en busca de cualquier signo inmediato para correr de allí si la situación no podía mantenerse bajo el control de Hannibal. Ya quedaba tan sólo un centímetro de pared para entrar a aquella habitación y se veía saliendo desde la puerta una pierna descalza.
La pierna de una mujer.
Su torrente sanguíneo entero se vio congelado por el escaso pesar de varios minutos que pudieron sentirse sobre la boca de su estómago como unas horas inclementes y agonizantes pero sus pasos continuaron, no sabía si realmente hacía tanto silencio como para únicamente detectar el escrutinio de sus zapatos alborotando el viejo suelo o era su cerebro que no permitía la entrada de nada más por miedo a lo que fuese a encontrar. Dio el último paso hasta que, ahí estaba.
Una mujer con cabello rojo brillante y ojos verdes, su cuerpo yacía en una posición extraña como si hubiese corrido hacia algo y no logró alcanzarlo dejándola allí sobre el suelo con un último intento en su profundidad pero fallido después de todo.
El aire prontamente y como una ráfaga infernal de primavera fresca entró por la nariz de Hannibal regresándole la calma que había perdido por unos segundos. No era ella.Sentía que volvía a recuperar el pulso de su cuerpo y que el calor se apoderó nuevamente de su existencia demostrando el hecho de que volvía a estar vivo. Estaba absorto en su tranquilidad mientras que inspeccionaba por completo la zona que se olvidó de lo que había en su entorno, hasta que sus oídos recuperaron el sonido externo y ahí fue cuando lo vio al percibir el llanto.
Era un bebé de un año de edad aproximadamente, pequeño e indefenso como su propia edad lo permitía, con cabello negro desordenado y una cicatriz en forma de rayo en su frente, poseía unos ojos de color verde brillante que resaltaban debido a las lágrimas y el rojizo de sus orbes que quedó marcado por el llanto, acurrucado en su cuna, aparentemente ileso a pesar del trágico evento que tuvo lugar en la casa.

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La luz de los Lecter
FanfictionMuchas veces nacemos para ser el eclipse de otros y la tempestad de un mundo entero mientras que otras, sólo algunos, nacen para ser la vida y la luz de un mundo pequeño pero infinito. Sin ser planeado y sin ser buscado, Harry se convirtió desde el...