—Gracias a ambos por acompañarme a casa —dijo Kiem con una sonrisa cansada en su rostro.
—No es nada —se encogió de hombros el pelinegro. —Cuídate mucho y duerme, esa cara de zombi no te queda para nada —Jean soltó una corta y poca ruidosa risa. Miró de reojo a Natani, quien se encontraba a su lado y luego volvió a mirar al chico más bajo.
—Trato de descansar, pero la escuela me absorve —Kiem suspiró.
—Aliméntate bien, estas más pálido de lo usual, Kiem. Puedes enfermar si sigues así—Natani miró preocupada al pelicastaño.
—Está bien, lo haré —alzó una mano como juramento y sonrió más grande esta vez. —coloca tu alarma para la próxima, Nani. No puedes estar llegando todos los días tarde a clases
—Lo sé —Nani rodó los ojos.
—Nos vemos en la escuela, vayan con cuidado —el pelicastaño despidiéndose con un movimiento de mano de ambos, se encaminó hacia la puerta de su hogar.
Natani miró la hora en su celular y volvió a guardarlo en el bolsillo su falda escolar. Habían salido más tarde de lo usual y su abuela seguramente estaría preocupada.
La pelinegra al mirar nuevamente hacia la puerta de la entrada principal de la casa de su amigo y verla cerrarse, miró de reojo a Jean.
El pelinegro acomodó sobre su hombro la mochila y empezó a caminar, emprendiendo el camino a casa. Natani lo siguió unos pasos más atrás. En una distancia considerable.
A esa hora las calles eran poco concurridas, aunque fueran apenas poco menos de las siete de la tarde. La luz de los postes situados en cada esquina, eran los que alumbraban la desolada calle.
Durante largos minutos en silencio, Jean hizo ruido al carraspear la garganta.
—Llegaste tarde a clases, ¿fue la alarma? —preguntó el pelinegro, manteniendo la mirada en el suelo.
Natani chasqueo la lengua, queriendo lucir irritada de escuchar a Jean hablarle.
—Lo bueno se hace esperar, es eso. —se encogió de hombros.
Ahora ambos estaban lado a lado. Jean disminuyó la velocidad de sus pasos largos para que Natani no caminara detrás de él.
—Si, claro. —ironizó rodando los ojos.
—Buena, si. Fue por culpa de la alarma, olvidé colocarla anoche cuando regresé de tu casa.
—Pensé que no irías, sinceramente. —dijo frunciendo levemente los labios. Natani lo miró con una ceja levantada. —Ya sabes, a la segunda hora muy poco dejan pasar a los alumnos.
La pelinegra asintió. Sabía la lucha que muchos compañeros suyos hacian para entrar a la segunda hora de clases.
—Lo sé. Por poco no, pero estaba en vigilancia la profe Brown.
—Ah, con razón.
Caminaron una cuadra y más en completo silencio. Natani sentía su estómago gruñir. Había olvidado por completo que ese día le tocaba estar todo el día en la escuela y no llevó más dinero. Odiaba química y física con el alma.
—¿No sería bueno ayudar a Josep y Ashley? —la voz de Jean se escuchó de nuevo. Natani se sobre saltó al oírla, había estado muy sumida en sus pensamientos.
—¿De qué hablas?
Jean soltó una risita y miró de reojo a la pelinegra.
—De Josep y Ashley. No eres la única que sabe cosas, Yang.
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YOUNG
Teen FictionLa juventud es una etapa donde creemos que el mundo está ahí solo para nosotros. Es un fuerte golpe cuando nos damos cuenta que nos equivocamos. El mundo gira, pero no alrededor de nosotros. La adolescencia y la juventud no son como las películas r...