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La semana había pasado fugaz.  Lamentablemente para Natani, el sabado había empezando y vaya de que manera. Por las cortinas de colores pasteles que estaban situadas en la ventana de la habitación, se colaban los primeros rayos de sol de esa mañana otoñal.

Por más que Natani deseara con toda su alma seguir en la cama durmiendo a gusto, debía levantarse, tomar una ducha y arreglarse para estar por lo menos, un poco presentable.

—No es justo, es muy temprano —. Se quejó, aún con los ojos cerrados y el ceño fruncido. —Quiero dormir, carajo.

Bufó al escuchar su alarma sonar por tercera vez.

Lo único que realmente deseaba hacer, era dormir horas seguidas, muchas a decir verdad, sin tener interrupción alguna. Pero por supuesto, sus amigos tenían la gran y maravillosa idea de ir acampar ese día.  Precisamente el sábado por la mañana.

La pelinegra había despertado cuando su alarma sonó la segunda vez, con esa molesta y pegajosa cancioncita Pop que en algún tiempo fue su favorita. Había atormentado su preciado sueño.

Con la mirada fija en el cielo razo de su habitación, se dispuso a hacer un recorrido mental entre su armario para elegir que usar y que llevar. En ese momento recordó que fue Josep quien programó la alarma en su celular la noche anterior mientras hablaban de las cosas que faltaban para el campamento del fin de semana.

El día anterior, casi cayendo la noche, luego de salir de la escuela y acompañar a Kiem a su casa, fue directamente a casa de los Jong. Estuvo platicando con Josep y Ashley todo un rato. No recuerda la hora exacta a la que llegó a casa, solo que fue pasada la media noche y su abuela ya estaba dormida.

»Vaya, las horas se pasaron en un abrir y cerrar de ojos«

—Nani. —Le hablaron desde el otro lado de la puerta. Era su abuela.

Revisó la hora en su celular y abrió los ojos de más al darse cuenta de lo tarde que era. Ocho de la mañana con veinte minutos.

—Ya me desperté, Abuela. Ahora bajo. —Dijo lo suficientemente alto para que su abuela pidiera oírla.

—Ashley está esperándote hace media hora, hija. —Habló la mayor al otro lado de la puerta. Su voz calmada se escuchaba amortiguada. —Está en la sala junto con su hermano. Baja apenas puedas, tengo que salir. —Y finalmente, los pasos de la mujer se escucharon alejarse de la puerta de la habitación de la pelinegra.

Si lo pensaba una y otra vez, no sé levantaría nunca de esa cama. Con pesadez y aún luchando con el sueño, Natani se restregó los ojos con sus manos hechas puños y de se levantó de su comoda y amada cama.

Tomó su celular y buscó el contacto de Ashley para dejarle un mensaje. Si Ashley estaba en la sala junto a Tommy, eso quería decir que ya estaban listos y la única que hacía falta era ella.

Natani Y. (08:25 horas):
Terroncito, espera un rato más, aun no me he alistado.
✓✓

La pelinegra soltó una pequeña risa al enviar el mensaje. Ni siquiera se había bañado. Demoraría más que “un rato”.

Los dos chulos en azul le indicaron a Natani que el mensaje había sido leído. Esperó a que Ashley respondiera.

Ashley K. (08:25 horas):
Va. No te demores una eternidad, sabes que esperar no es lo mío.
✓✓
Y no me digas terroncito.
✓✓

Natani Y. (08:26 horas):
¿Me lo dices o me lo preguntas? JAJAJA
✓✓
Déjame, eres mi terroncito de sal.

Ashley K. (08:27 horas):
Lo digo enserio, Nani, ya me he comido 12 galletas del paquete navideño que nos ofreció la Sra. Yulie. Apresúrate, CTM.
✓✓
Qué no soy ningún terrón, Yang.

Natani Y. (08:27 horas):
Ok, terroncito.
✓✓

Ashley se encontraba en la sala de la casa de su amiga, esperándola.
Cuando leyó el último mensaje de Nani guardó su celular en el bolsillo de sus shorts y le dió el último bocado a la galleta de chispas de chocolate que quedaba del paquete navideño. Miró con nostalgia la cajita navideña. No habían más.

Le había dicho a Tommy que fuera subiendo las cosas al auto, junto a sus primos. Su tío se lo había prestado con la condición de regresarlo intacto y limpio.

Ashley miró las escaleras y luego soltó un bufido. Estaba empezando a impacientarse por la tardanza de Natani. Estaba más que segura que la pelinegra se había despertado cuando su abuela fue a llamarla.

Llevó la vista hacia la puerta de la entrada de la casa cuando escuchó unos toques de llamado sobre la madera. La pelicastaña dedujo que sería su hermano o talvez unode sus primos.

—Un momento. —Dijo antes de abrir la puerta para encontrarse a Tommy recostado en el marco de la puerta de madera y una sonrisa en sus labios. —¿Sucedió algo?

El de cabellos castaño negó con la cabeza. —Todo está listo, solo faltan ustedes para partir. —Dijo.

—En unos minutos salimos, no tardamos. —Eso quería creer ella.

—Está bien. Las esperamos.

—La tía Steicy nos recomendó irnos antes de las diez. —Ashley miró la hora en su celular.

—¿Por qué? —Tommy frunció el ceño.

—Hay muchos camiones de carga que después de las 10 de la mañana transitan y es muy peligroso. —Se recostó en el otro lado del marco de la puerta, mirando a su hermano con los ojos entrecerrados.

Bajo la vista a su celular y volvió a mirar la hora.

—faltan dos minutos para las nueve y esta niña nada que baja. —Suspiró.

—Mujeres. —Se encogió de hombros el chico castaño.

Tommy se dio media vuelta y caminó hacia Jean, quien estaba sentado en un columpio improvisado que se encontraba en la terraza de la casa de los Jong. Josep salió de la casa con unas bolsas de mercado y las dejó en el baúl del automóvil. Todo estaba más que listo, solo faltaba Natani.

Ashley miró atenta hacia las escaleras al escuchar unos pasos resonar. Nani bajaba las escaleras rápidamente mientras se hacía una coleta alta en el cabello.

—Al fin, niña. —Exclama Ashley. Natani sonríe y la saluda con un beso en la mejilla.

— ¿Qué hace falta? —preguntó la pelinegra.

—Nada más.

La pelinegra asintió. Tomó su conjunto de llaves y varias frutas del frutero que estaba sobre la mesa de comedor.

—vámonos. —Dijo acomodando la capucha de su sudadera sobre su cabeza.

— ¿No olvidas nada? —Preguntó Ashley caminando hacia la puerta.

—¿Eh?

Ashley suspiró cuando Nani dudó por unos segundos y luego abrió los ojos. Si, había olvidado algo.

—¿Y ahora qué?

—Mi mochila. —Dejó en la mesa las frutas y subió las escaleras nuevamente.

«Esta niña»

YOUNGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora