ּ ֶָ֢.𔓘| 𝙃𝙬𝙖𝙣𝙜 𝙃𝙮𝙪𝙣𝙟𝙞𝙣 padre soltero de tres revoltosos niños decide ir por primera vez a recoger al menor de ellos, encontrándose con uno zafiros verdes esperándole en la colorida puerta de la guardería.
¿podrá el ocupado padre superar...
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Hyeri se quedó congelada al levantar la mirada y ver en la oscuridad al señor Hwang. Su figura alta y imponente se recortaba contra la débil luz de la luna que entraba por la ventana.
Los ojos de Hyeri se abrieron como platos y su respiración se volvió errática. Sentía que el corazón le latía con tanta fuerza que temía que él pudiera oírlo.
El señor Hwang se acercó lentamente, sus pasos casi inaudibles en la silenciosa noche. Sus manos cálidas se posaron suavemente sobre los hombros de Hyeri, intentando relajarla.
—Hyeri, no te sientas mal —dijo en un tono bajo y calmado—. No te disculpes.
—Pero, señor Hwang, yo... —intentó decir Hyeri, pero su voz temblaba demasiado para formar palabras coherentes.
—Shh... —la interrumpió él, llevándose un dedo a los labios—. Soy yo quien debe disculparse.
—¿Disculparse? —La de ojos verdes levantó la mirada, sus ojos llenos de confusión.
El hombre asintió, su mirada suave pero firme. Sus manos se deslizaron lentamente hasta tomar las de Hyeri, sus dedos entrelazándose con los de ella.
—Sí, por el momento. No por el beso —dijo con una pequeña sonrisa—. No me arrepiento de haberlo hecho.
Hyeri sintió un calor familiar y reconfortante que emanaba de él. Su corazón seguía latiendo rápido, pero ahora no solo por el miedo, sino también por algo más, algo que apenas comenzaba a comprender.
—¿Entonces por qué? —preguntó en un susurro.
—Porque no era el momento adecuado —respondió Hyunjin, acariciando el dorso de su mano —Merecías un momento mejor, uno que no estuviera empañado por la confusión y el miedo.
