En el fulgor de la velocidad y la adrenalina de la F1, se teje una trama de amor no correspondido. Entre el rugir de los motores y la gloria en la pista, una alma enamorada busca su lugar en el corazón de un piloto que, consciente de ese afecto, eli...
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Cara
Intento regresar a la entrada nuevamente, pero Kika se aferra a mi brazo con tanta fuerza que empieza a dolerme y resignadamente dejo que me guíe por el parque de atracciones.
—¿No crees que Las Vegas es el lugar perfecto para un parque de atracciones?. —dice emocionada, y sonrío, aunque este no era el tipo de plan que tenía en mente. Solo por esta noche, le daré el gusto.
Con los boletos en mano, comenzamos a recorrer el parque hasta encontrar algo que realmente nos interese.
Dejo de prestar atención cuando me guía entre la multitud hasta que nos detenemos frente a una montaña rusa.
—¡Vamos! —dice emocionada, y nos ponemos en la fila.
Antes de que llegue nuestro turno, recibe una llamada y la atiende llevándose el teléfono a la oreja.
—Hola —responde—Mhmm... estamos en la fila de la montaña rusa, la de color verde con luces azules.
—¿Con quién hablas? —le pregunto, y ella me hace señas para que guarde silencio.
—Te amo, los esperamos —corta y sonríe coquetamente antes de golpear mi brazo.
—¿Qué ha pasado, Kika?
—No te enojes conmigo —dice rápidamente y la miro sin gracia, entonces, suspira y habla —En Mónaco nos encontramos con Charles, y nos invitó a su departamento. Mientras hablaban, era muy raro que no me contestases...
—Ve al punto, Kika.
—Vi que estabas aquí y prácticamente los arrastré conmigo —dice en pocas palabras.
La miro sin poder creerlo y luego me doy la vuelta, observando la fila en un intento de ignorarla. El único que se comporta así es mi pequeño hermano, Marc, no mi mejor amiga.
—Había hablado con Pierre, pero Charles escuchó nuestra conversación y quiso venir. Luego Pierre estuvo de acuerdo, así que tuve que aceptar —aclara a mis espaldas.
—No tenías por qué —respondo.
—Pero nos llevamos bien entre los cuatro.
—No, ya no —digo, recordando la última vez que hablé con Charles, exactamente hace dos semanas.
—¿Qué pasó con la segunda oportunidad?
—No existen segundas oportunidades —respondo girándome hacia ella.
—¿Por qué? —me mira confundida.
—Se dio cuenta de que me gustaba y me rechazó —digo.
—Pero le dijo a Pierre que le agradabas.
—Pues no —respondo con un suspiro, tratando de mantener firme—Dijo que le incomodaba mi presencia. En pocas palabras, fui muy intensa con el.
