23. Aun así, estoy aquí contigo.

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23. Aun así, estoy aquí contigo.



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23. Aun así, estoy aquí contigo.

Verena.

Llegue al trabajo como todos los días. Estacione en el mismo lugar de siempre, y salude a la recepcionista con el mismo tono que siempre.

Mientras caminaba hacia el ascensor, comencé a quitarme los guantes. El clima estaba helado, el otoño este año vino acompañado de vientos fríos.

Me mire al espejo del ascensor, aunque mi cabello estaba pulcramente peinado. Tenía la nariz roja, podía ver mis ojeras que inútilmente intente cubrir con maquillaje. A simple vista no se notaban, pero yo las veía. Me pesaban en la cara, como recordatorio de lo que fue mi fin de semana.

Mentalmente estoy agotada, pero no puedo dejar de venir a trabajar.

Seguramente yo tengo que hablar con Ezra para arreglar las cosas. Porque si dependiera de él, jamás volveríamos a hablar. O quizás dentro de diez años, quien sabe es un hombre testarudo y orgulloso.

Además, necesito solucionar uno de todos mis problemas. No importa cuál sea.

Saludo a la secretaria del vicepresidente, quien me sonríe.

— Llegaste antes que el CEO — comenta riendo.

Eso me hizo frenarme en seco... ¿Llegue antes que Ezra? No es posible, su horario de entrada es una hora antes que el mío.

— Dices que Ezra, todavía no llego... — dije dubitativa.

— Si, hoy el vicedirector Lee, me hizo entrar antes. Usualmente Ezra está en su oficina, pero hoy no llego. Pensé que estaría contigo.

Asiento pensativa.

— Gracias por la información, seguramente se quedó dormido.

— A todos nos pasa — dice con media sonrisa. Le devuelvo el gesto, antes de dirigirme a toda prisa a mi lugar de trabajo.

¿Qué ocurre? Ezra no falta al trabajo, no falto cuando se enteró lo de Cloe, mucho menos faltaría ahora que nos peleamos.

Deje mi bolso en mi escritorio al mismo tiempo que me sentaba en mi silla. Busque mi celular, para mandarle un mensaje.

Yo: Hola, vine a trabajar. ¿En dónde estás?

No fue un mensaje amistoso, ni siquiera creo que fuera gentil. Lo veo más frio y tosco, pero es que todavía sigo molesta.

Miro la pantalla, el mensaje se envió pero todavía no lo leyó.

Dejo el aparato sobre la mesa de la mala gana.

¿Tenemos un trato?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora