13. parte dos.

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 — Los integrantes del grupo PNA están en la sala de juntas — informa Verena

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— Los integrantes del grupo PNA están en la sala de juntas — informa Verena.

Levanto mi vista de mi computadora. No puedo evitar mirarla de arriba abajo, usa un pantalón sastrero de color azul oscuro, que hace maravillas por sus piernas. Un suéter color blanco que dejaba al descubierto sus hombros. Su cabello castaño caía como una casada por su espalda, totalmente liso e inmaculado.

— Vamos entonces — me levante del escritorio, acercándome a ella.

— Aquí está tu Tablet, con los puntos que me pediste — me explica ella. Pero no la escucho, me quedo viendo cómo se mueven sus labios, pintados en un tono mate... me pregunto si serán como el labial del otro día, ese que por más que la bese y la bese. No se borra ni se traspasa — ¿Me estas escuchando Ezra?

— Claro que si, Reni — miento.

— Me estas mintiendo — me reprende.

La tomo por la cintura y beso sus labios, con un pico.

— Jamás.

— Bueno, espero que sea así. Sino no te ayudare si te pierdes en la reunión — me amenaza.

— Claro que lo harás, es tu trabajo.

— Y el tuyo es escucharme.

— No creo que funcione así.

— Lastima, no me importa lo que opines — se encoje de hombros de manera desinteresada.

Que ardiente que es, cuando actúa así.

Con mis manos aun en su cintura, intento volver a besarla. Pero ella me puso dos dedos en los labios.

— Jefecito, no sea atrevido en el trabajo — al decir eso, marco mucho su acento inglés. — Compórtese.

Se aleja, y me mira haciéndome un gesto para que la siga. No me queda otra opción que hacerle caso.

Aunque yo soy el jefe, pero bueno. Un jefe no es nadie, sin su eficiente secretaria.

Al entrar a la sala de juntas, ambos saludamos y nos presentamos con el director del proyecto y su asistente. Es un proyecto grande, ya que es una compañía dueña de varias marcas de autos caros e importados.

La reunión dio inicio, con una explicación larga y extenuante. Miro a Verena quien estaba prestando atención y tomando notas, mientras yo miraba sin mucho ánimo mi Tablet y al presentador. Un hombre de unos cuarenta años, quien hablaba y hablaba.

La verdad es que mi cabeza no estaba en su lugar, toda mi atención esta fija en ella.

Ella estaba sentada a mi lado, como en todas las reuniones. Volví mi vista hacia la presentación, pero esta vez una de mis manos bajo con cuidado hasta la pierna de Verena.

¿Tenemos un trato?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora