dos 💎

692 115 56
                                    















A menudo, no alcanza el jabón ni el desinfectante en sus manos para que Hyunjin deje de sentir el olor ferroso de la sangre. Parece habérsele impregnado en la nariz, como un recordatorio que lleva hacia todos lados y que sólo él puede percibir. No importa a qué tantos lugares osados concurra, ni con cuántos trajes de diseñador se vista, el óxido que hace arrugar su nariz es un taladro constante a sus sentidos, un llamado de atención a su inconsciente que le dice ¡Hey, esto eres, esto es lo que haces, esto es a lo que hueles!

Y se cepilla más, más fuerte y con más jabón, se tira alcohol y hasta piensa en buscar lejía.

El olor que siente y el color carmín que ve en sus manos, es algo que aunque nadie huela y nadie vea, él no se puede quitar.

Otra vez, y como siempre, sus trabajadores lo esperan afuera mientras él termina la misión. Le gusta llamarlas misiones porque es su falso intento de disfrazar lo que hace minutos solamente realizó. Porque prefiere engañarse un poco por momentos, de esa manera su cabeza puede estar un poco más tranquila, aunque no lo suficiente. Todavía queda uno, uno más por el día. No piensa en su nombre ni en la familia que debe tener, vacía su mente antes de ingresar al galpón porque de otra manera no podría hacerlo. No podría mirarse al espejo otra vez.

Esto es lo que haces y esto es lo que debes hacer, piensa.

El hombre está sentado en el centro del galpón, atado de manos y pies, sin nada a su alcance que pueda utilizar para defenderse. Hyunjin cierra la puerta una vez ingresa y se repite a sí mismo “se lo merece, algo hizo para estar aquí”. Y como cada vez que debe estar en el mismo escenario, cierra sus ojos y recuerda lo que sucedió la única vez que no pudo hacerlo, la única vez que le hizo caso a las súplicas, la primera y única vez que, por empatía, se acobardó. Recuerda los que salieron lastimados por su error, los llantos y los gritos. Recuerda el miedo en la cara de ella, mientras caía en la realidad, en la verdad de lo que Hyunjin hacía. El miedo de Lía mientras la mataban frente suyo. Usa eso como escudo, usa ese recuerdo como envión, usa ese error como castigo y como guía. Nunca volvería a dudar otra vez.

Abre los ojos y lo mira. Lo mira lenta y detalladamente. Guarda, en el fondo de su mente, cada facción, cada arruga. El color de su pelo, el tono de su piel, los callos de sus manos. Lo guarda junto a todos los demás, junto a todos los otros hombres que estuvieron sentados en esa misma silla.

Los guarda con la esperanza, de algún día (y si alguien lo escucha), pedir perdón por cada uno de ellos.

El interrogatorio ya ocurrió y lo único que debe hacer es decirle buenas noches y ponerlo a dormir para siempre. Debe hacerlo simple, rápido y fácil. Como si lo fuera, piensa, como si fuese nada. Ya no hay motivos para torturarlo, porque ya lo hicieron, pero dios, necesita tanto sacar lo que tiene adentro. La bronca, el dolor, la culpa. Necesita en esos momentos, ser débil y equívoco, no ser el perfecto y serio hombre de negocios que todo el mundo sabe que es. Y puede hacerlo, porque el hombre frente a él no lo juzgará, no lo hará y no podrá hacerlo jamás.

and like the blade you'll stain

Escucha las súplicas, el llanto y los gritos, pero todo pasa como si no fuese allí. Como si esa voz quebrada fuese una película reproduciéndose de fondo, como si no fuese él el causante. Siente el calor en sus manos, la humedad viscosa y caliente entrando por su traje y manchando un poco más, para siempre, su piel. Ese tipo de mancha que nadie más puede ver.

No le presta atención a las veces que el hombre implora perdón, las veces que le grita que tiene hijos que mantener, que tiene una familia que lo espera. Esquiva sus gritos y súplicas como un experto, como tantas veces lo hizo.

dope and diamonds           💎    [ hyunin ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora