siete 💎

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A veces, Jeongin sueña con su pasado.

En algunos de ellos, la vida se apiada de él y la realidad se distorsiona, sueña con una casa limpia, una familia feliz y un plato de comida en la mesa.

En otros, la gran mayoría, ni siquiera su mente es capaz de distorsionar las cosas y sus sueños se basan en realidades pasadas, realidades duras que lo hacen gritar.

Sueña con el piso sucio de la cocina, con las manchas de humedad en las paredes, con el inodoro manchado y las cucarachas saliendo del desagüe. Sueña con los golpes de su padre, el pan duro escondido en el fondo de algún cajón y sus rodillas raspadas.

Sueña con el olor putrefacto de su madre, muerta hace días en el piso de su habitación.

Sueña con el llanto, el hambre, el dolor y la miseria.

Sueña con la única tarta de frutillas que podía comer en el año, la que el hijo de los vecinos venía a dejar a su casa, seguro por petición de sus padres, cuando los visitaba. No lo recuerda mucho, su situación familiar era un secreto a voces, pero nadie se atrevía a intervenir; sin embargo ese recuerdo, ese único momento al año donde el hijo de los vecinos traía esa tarta, aún si era por obligación, era un buen recuerdo. Uno bueno con el que quería soñar, aunque lo hiciera despertar llorando de dolor, de nostalgia, de tristeza. Porque ningún niño debería vivir así, ningún niño debería tener tanto dolor ni tantas ansias por un pedazo de tarta.

Esa noche en particular tiene suerte, porque sueña con esa tarta. Se mezclan los recuerdos, tiene la tarta en sus manos, escucha un llanto y las cucarachas pasan por arriba de sus pies descalzos. Todavía no se atreve a comerla, quiere guardar un pedazo para su madre y otro para Somi, aunque está seguro que ella no puede comer eso aún. No es un trozo muy grande, porque la mayoría se la comió su papá, está agradecido del trozo que quedó. Lo lleva en sus manos como su tesoro más preciado, lleva la tarta y una mano pequeña envuelve su pulgar, sus dos tesoros más preciados.

Camina por los vidrios, ya no duelen, no como al principio. Quisiera esquivarlos pero hay tantos que no vale la pena hacerlo. Camina hacia la habitación de su madre, huele la tarta para que el olor putrefacto no se cuele en su nariz, y falla, es imposible no olerlo. Sin embargo continúa a paso lento y abre la puerta cuando llega. El hedor lo baña completo, pero la tarta sigue en condiciones, así que está bien. Su padre está sentado en la cama, tiene las mejillas manchadas de migas y jalea, mira hacia el piso, ignora su presencia como siempre. Apenas logra ver las piernas hinchadas de su madre, oscuras por los días de deceso, quizás un trozo de tarta logre despertarla del descanso eterno.

Se ve horrible, toda ella, era tan linda y ahora sólo es piel oscura y laceraciones, tiene gusanos comiendo su carne y un líquido rojizo saliendo de su cuerpo. Se ve horrible pero se ve en paz, Jeongin la envidia un poco, quiere esa paz. Se sienta a su lado, ignorando el hedor y las ganas de vomitar que lo atacan. Sólo quiere compartirle un trozo de tarta.

No llega a comerla, ni él, ni Somi, ni su mamá. El dolor en la nuca por el golpe que le ha dado su padre lo ha hecho tirar el trozo de tarta al piso, cae en ese líquido rojizo y Jeongin aún así quiere comerla, desea hacerlo y su estómago ruge por el vacío.

—¿Jeongin? ¡Jeongin! —siente que lo sacuden y ya no hay un trozo de tarta manchado en el suelo, ni el cuerpo muerto de su madre, ni el dolor del golpe de su padre, ni la manito de Somi sosteniendo la suya.

Suspira de alivio, sólo fue un sueño.

—Estoy bien, sólo fue una pesadilla, muñeco.

—Estabas gritando y llorando —Hyunjin lo mira con preocupación, aún es de madrugada.

dope and diamonds           💎    [ hyunin ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora