(Año 1646, Francia-Côte d'Azur)
Desperté en un abrir y cerrar de ojos, con cabellos rubios que se encontraban desordenados en mis hombro, mientras mis sirvientas entraban en mi cuarto, aún no se veían los primeros rayos de sol, al ingresar llevaban una bandeja de plata y hora, en la cual tenía encima un tarro de madera, tenía círculos de fierros alrededor para asegurarse de que no se rompiera, aquel contenía agua, agua extremadamente fría.Mi cuarto era hermoso, una cama gigante, con un estilo de princesa, con telas finas y de un bordado de oro, era hilo de oro, las paredes eran estampadas, todas las cosas eran de oro y plata, las sirvientas me tomaron por los brazos para levantarme, en mi vestimenta llevaba puesto un vestido blanco de dormir, me sentaron en una silla, dónde empezaron a peinarme. Era un peine de plata y oro, el marco era de decoraciones hechas a mano por Holandeses, un regalo de mi padre.
Me peinaron y arreglaron aquel desastre de cabellera, me maquillaron los ojos, con sombras bastante pesadas, para terminar con el detalle final, fue un labial, Un labial rojo y fuerte, el cual marcaba mis labios redondos, un poco de polvo en mi cara, y aquel lunar negro cerca de mis labios, era lo que daba el toque.
Una vez lista me pusieron telas de lino, terciopelo y lana. Los colores eran pasteles claros o apagados como el rosa, azul o malva. Estos vestidos se apretaban con lazos, cintas y volantes, junto con un corset que no te permitía respirar con tranquilidad, estaba ajustado con mucha fuerza, debajo de aquellas telas, tenía puesto un miriñaque, así el vestido se hiciera totalmente esponjoso, mis criadas terminaban de arreglar aquel peinado tan llamativo digno de la hija del señor de Francia.
Antes de estar lista me mire al espejo, un espejo hecho de vidrio y con bordados de oro, dónde note esa figura tan atribuida que tenía, el vestido levantaba mis pechos y le daba forma a mi cintura, mi piel blanca hacía un contraste hermoso con aquel color, aún qué, mirando a mi espalda sentí una vista cargada en mi.
Mi mayordomo estaba ahí, observando con cierto atrevimiento mi cuerpo, mis curvas, notó que lo había descubierto. Entonces miro hacia otro lado, mientras me llamaba por el nombre de mi padre, su mirada hacía mi, era morbosa.
— Señorita, su padre la está buscando.
— Muy bien, dile que iré enseguida.
— Él quiere que usted se presente ahora.
—El hombre se acercó a mí dándole un último ajuste al vestido, mientras me miraba por el espejo.—
— No quiero que me toques.
— Entonces, no me hagas que te desee con tanta facilidad.
— El hombre intentó agarrarme de la cintura, Pero fue interrumpido por mi Nana, quien venía a llevarme con mi padre.—
—Permiso, vengo a llevarme a la niña.Ese día, el varón quedó bastante molesto, en qué no pudo decir algunas cosas, gracias a mi Nana, esa tarde fui llamada por mi padre. El señor Bernard, El gran señor de Francia, él se había molestado en pedirles a las criadas que me vistieran con las telas más finas de los mercado, debía ir aún viaje de negocios, eso implicaba que sería llevada, ya tenía diecisiete años, debía comprometerme pronto, si no, sería considerada una mujer fea, pero mi mente aún no lo quería, mi corazón no tenía voz, mis ojos esmeraldas, solo anhelaban poder salir corriendo de aquel lugar; No tenía palabras ante las órdenes de mi padre, eso era seguro. No debía hablar sin que él me lo permitiera, y decidí obedecer, decidí dejar de negarme a mi realidad.
Ese día me dió la noticia de que debíamos partir a Sevilla-España, por eso me había pedido estar lista para aquel dichoso viaje, en mi cabeza solo hubo un solo pensamiento.
— Otra vez tendrás que ir Charlotte, otra vez te presionará con el hecho de que no estás casada aún.
Me dirigí a mi cuarto, para acomodar mis cosas en la maleta. Aunque al mirar dentro de él, se encontraba aquel loco, ese hombre que me deseaba de alguna manera, pero a mí me daba asco, se acercó a mí invitándome a pasar. Una vez hecho, cerró la puerta detrás de mí.
Me senté en mi tocador, mientras el varón colocó sus manos con libertad en mis hombros, los cuales eran acariciados con algo de brusquedad, el hombre pasó su mano en mi cuello, mientras la otra se iba cerca de mi pecho.
— Sabes que no lo soporto, no soporta la idea que otro hombre te haga mujer, y que ese hombre no sea yo.
— Yo nunca te ame y jamás haré lo dicho, ¿Que es lo que no entiendes?
— No entiendo por qué me rechaza, yo soy todo lo que necesitas.
— Tienes una mujer, hijos, ¿No te importan?
— Ellos no son nada si no te tengo a tí.Por primera vez me sorprendió esa manera tan fácil de querer dejar todo por una mujer, un suspiro pesado se escuchó en el aire. Era mío, me levanté quitando las manos de aquel, por primera vez le dí la espalda.
Me agache en busca de sacar un vestido del armario. El hombre me tomó por detrás, agarrándome de la cintura, en eso tomo el atrevimiento de meterme la mano debajo de la falda, acariciando mis piernas, reaccione de inmediato intentando que aquel me soltara, Pero no era fácil.
— ¡Suéltame! Ahora mismo!
— ¿No lo entiendes? Quiero ser el primero Charlotte.
— ¡Yo no busco nada con usted!
— Yo si lo busco CharlotteUn golpe fue recibido por el varón quien retrocedió para atrás, no era capaz de dar la cara y mirarme a los ojos para pedir “Perdón.” Esa vez el varón me tiró a la cama mientras está vez tenía la idea de forzarme, no lo hizo. Por qué estaban las sirvientas fuera del cuarto.
ESTÁS LEYENDO
¡Vidas Pasadas!
RomanceUn relato que cuenta la vida de Alicia Cortéz, una joven que sueña su pasado con claridad a causa de una antigüedad. Una joya que fue comprada en los mercados de Noruega. Tras la compra de la joya, sus sueños se volvieron en revelaciones hasta tal p...