Capitulo IV

1 0 0
                                    

Los días pasaron con la monotonía que había previsto. El lunes y los siguientes transcurrieron como si la cita con Erik nunca hubiera sucedido. Me sumergí en mis estudios, en el trabajo en el café y en las reuniones del comité de estudiantes, intentando ignorar el eco de esa noche especial que resonaba en mi mente.

Una tarde, mientras estaba ocupada en el café, vi cómo la puerta se abría y entraba Erik, acompañado de una chica. Sentí un nudo en el estómago al verlos juntos, pero me obligué a mantener la compostura. Observé desde la distancia mientras se sentaban en una mesa, riendo y charlando animadamente.

Intenté centrarme en mi trabajo, pero no pude evitar sentir una punzada de decepción. Había sido ingenua al pensar que nuestra cita significaba algo más para él. Éramos dos mundos diferentes, y la realidad me golpeaba con crudeza.

Traté de alejar esos pensamientos de mi mente y continuar con mi día, pero la presencia de Erik en el café me recordaba constantemente la ilusión que había creado en mi cabeza. Terminé mi turno con una sensación agridulce en el corazón, preguntándome si alguna vez encontraría mi lugar en su mundo.

Cerré el café y caminé hacia la parada de autobús, perdida en mis propios pensamientos. La tarde había sido agotadora, y solo quería llegar a casa y descansar. Sin embargo, el sonido de una motocicleta me sacó de mi ensimismamiento. Al voltear, me encontré con Erik, deteniéndose frente a mí con una expresión enigmática.

- ¿Erik? ¿Qué haces aquí?

- Hola. Solo pasaba por aquí de regreso a mi casa y te vi. Espero no haberte sorprendido.

- Ni modo.

- ¿Todo esta bien?

Me quedé en silencio, observándolo mientras trataba de entender por qué había frenado. No habiamos cruzado ni miradas en la universidad en semanas. Sabia que quizas volvia de la cita con esa chica con la que lo habia visto en el cafe. Para serles sincera, me habia molestado que justo eligieran ese cafe para verse.

- Oye.. Lo de hoy, fue raro. No sabia que trabajabas. No lo mensionaste cuando salimos. Y la otra noche... hay algo que quiero decirte.

- ¿Algo que quieres decirme? Diria que no. No hay nada que explicar. En serio.

- Es que, no me has dado la oportunidad ni de vernos en la universidad.

- He estado ocupada. Ya sabes los examenes. Digamos que tampoco haz estado buscandome.

- Si. Ah, veras... fue genial lo de la otra noche.

- Ya me lo has dejado claro esa misma noche.

- Lo se, solo que... Para mo gusto termino todo muy rapido no?

- Y eso?

- Intento decir que probé, intenté, llamalo como quieras... Seguir como siempre. Y no he tenido una citas con esas chicas que supere la que tuve contigo. He intentado llenar ese sentimiento con otras chicas, pero en cada una, buscaba esa sonrisa, esas palabras extrañas, algo que solo tu tienes.

Escuchaba cada palabra tratando de poner lo más duro de mi parte, porque sinceramente me parecía un chiste que después de haber tenido muchas citas más, haya tratado de comparar lo que pasó conmigo, con otras mujeres.

- Es justamente por lo que no salgo con chicos como tu. Nos dejan siempre al final de la lista.

Y cuando se dan cuenta de lo que no tienen, porque lo dejaron muy en el fondo, vuelven. Asi eres tu. Me basto con verte hoy, servirles el cafe, verlos sonreir. Escuchar tus chistes hacia ella.

Adelante. Sigue. Intenta seguir. Yo ya lo estoy haciendo Holts.

Erik me observó en silencio por un momento, como si estuviera procesando mis palabras. La tensión entre nosotros era palpable, y podía ver la lucha interna reflejada en sus ojos.

La noche estrelladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora