En el vasto y desértico mundo de Arrakis, Padmé Atreides se encuentra atrapada entre dos mundos: el de su familia noble y el de su matrimonio político con el heredero de la Casa Harkonnen, Feyd Rautha. A medida que lucha por encontrar su lugar en un...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
TUESDAY
.
.
.
.
La arena ardiente se extiende ante mí, interminable y sofocante, como un mar dorado bajo el sol implacable. Cada paso que doy sobre las dunas se siente como un castigo, los granos de arena quemando la piel de mis pies descalzos. Intento avanzar, pero el horizonte parece alejarse más con cada paso.
Veo a Paul, mi hermano, en la distancia. Está parado en la cima de una duna, su figura recortada contra el cielo anaranjado. Trato de llamarlo, pero mi voz no sale. Mis labios se mueven, pero no hay sonido. Él me mira, con ojos azules llenos de tristeza y reproche. Me extiende una mano, pero no puedo alcanzarlo.
De repente, la arena comienza a moverse bajo mis pies. Siento una presencia detrás de mí, una sombra que se cierne sobre mí, amenazante. Giro la cabeza y veo figuras envueltas en mantos negros, sus rostros ocultos. Son los traidores, los que nos han vendido por poder y ambición. Puedo sentir su odio, su deseo de destruirnos.
Corro. Corro tan rápido como mis piernas me lo permiten, pero la arena parece atraparme, aferrándose a mis pies y ralentizándome. Escucho sus risas detrás de mí, frías y crueles. Miro hacia adelante y veo a Paul, pero ahora está caído, su cuerpo ensangrentado sobre la arena. La sangre forma un charco a su alrededor, tiñendo el dorado con un rojo oscuro y siniestro.
La desesperación me consume. Debo llegar a él, salvarlo. Pero mis perseguidores están más cerca. Siento sus manos en mi espalda, frías y despiadadas, tirándome hacia abajo. Caigo sobre la arena, luchando por liberarme, pero es inútil. La arena se transforma en un río de sangre, inundando todo a mi alrededor.
Miro hacia arriba y veo el rostro de Feyd, su sonrisa torcida y triunfante. -Nunca podrás escapar- susurra, su voz como un veneno en mis oídos. Siento su mano en mi cuello, apretando con fuerza. La arena y la sangre se mezclan, y me ahogo en una marea de traición y muerte.
-Padme!- Paul, sonaba mas que una simple voz en lo fondo de una pesadilla, lo podía sentir, llamándome, como si estuviera junto a mi.
Me despierto de golpe, jadeando, el sudor frío cubriendo mi piel. El eco de la pesadilla aún resuena en mi mente, la sensación de desesperación y miedo persiste. Sé que fue solo un sueño, pero la visión de Paul y la traición aún me atormentan. Necesito entender qué significa, necesito respuestas.
El eco de su voz llamándome, como solía hacerlo cada vez que me veía atrapada en una pesadilla, resonaba en mi cabeza mientras trataba de recomponerme. Me levanté de la cama de un salto, mareada por el movimiento repentino, y me dirigí al cuarto de baño.
