Capítulo 3

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Mediodía

Mientras apuntaba la fecha y hora en las notas sobre la muestra de suelo que estaba examinando, Peat se sentía como si estuviera tratando de avanzar con la marcha atrás puesta. Las extremidades pesadas, cada movimiento era aletargado y difícil. Como si el mundo entero estuviera fuera de sintonía y él estuviera atrapado entre dos fuerzas que competían entre sí. Y no importa lo mucho que intentara concentrarse en el trabajo, no podía dejar de pensar en los perturbadores sueños que había tenido.

¿Qué comí anoche? Helado de plátano.

Eso es, a partir de ahora, queda fuera de mi menú.

Después de horas de debate interno que lo condujo a dudar de su propia cordura y amonestándose por su estupidez al pensar de esa manera, por fin había logrado convencerse a sí mismo que todo lo ocurrido hasta que llegó al cuarto de baño para lavarse los dientes, había sido un sueño inducido por demasiada tensión, el helado y...

Algo en retrógrado. Tendría que consultarlo con su primo más tarde. Nunu siempre sabía sobre cosas raras. Si alguien podía decirle qué planeta o signo astrológico estaba haciendo estragos en su vida, era Nunu.

Aun así, Peat no podía olvidar la imagen de ese guerrero de cabello oscuro. Claro, ayudaría si el hombre tuviera puesta una camiseta cada vez que la visitara en el.

Es cuando los planetas parecen moverse hacia atrás e incluso ralentizarse. Inconsciente. ¿Qué clase de persona no tenía la suficiente decencia como para permanecer vestido mientras irrumpía en sus sueños?

Un poco de modestia nunca estaba demás.

Sí, pero ponerle ropas a un cuerpo tan hermoso era de por sí obsceno. Shh, mente ten tú misma un poco de decencia.

Pero era difícil cuando todo lo que veía era el dolor en sus ojos oscuros mientras lo sostenía en un abrazo cálido y acogedor. Mientras su aliento le causaba cosquillas en la piel. Incluso ahora, podía sentir el corazón del hombre latiendo contra el hombro. Casi siempre que soñaba con él, presionaba su mejilla contra la suya mientras parecía saborear la cercanía. En esos momentos, siempre se sentía tan sereno. Tan feliz.

Hasta que él lo mataba.

Solo es un sueño estúpido.

Realmente lo creía. Cuando había vuelto a la habitación para vestirse, el espejo ya no tenía ninguna inscripción, y no vio ninguna señal de las muñecas, ni del cuervo burlón, ni nada fuera de lo normal.

Lo que demostraba que seguía teniendo la imaginación tan activa como siempre.

Y mis amigos preguntándome por qué nunca he experimentado con las drogas.

Con los antecedentes familiares que tenía, no se atrevió a hacerlo. Tenía locura suficiente sin ellas. Lo último que necesitaba era añadir más.

Desde que su abuela había muerto, había tenido "visiones" que no podía explicar. Cavernas en el desierto y petroglifos antiguos que estaban pintados en las paredes de piedra. Animales que se enfrentaban a él. Pero la única cosa que siempre había sido una constante en todas ellas era el hombre de cabello oscuro que, o luchaba a su lado, o...

Lo apuñalaba mortalmente.

De repente, la puerta del laboratorio se abrió para revelar a su asistente, Enrique Martínez, que llegaba con un paquete gigante en sus manos. Con veintitrés años, era hermoso, y era muy consciente de ello. Algo de lo que tomaba gran ventaja con sus compañeras femeninas, cada vez que ellas necesitaban "tutoría." Su lista de cambiantes "novias" era tan larga que Peat había dejado semanas atrás de intentar seguir el ritmo.

˗ˏˋ 23 FortPeatˎˊ˗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora