Era hija de mis enemigos. Esa debió ser la principal razón para mantenerme lejos de ella, pero en realidad, fue la razón por la que me mantuve cerca.
Era hija de esas personas que mataron a mi familia solo por ser diferentes. Por miedo a nuestro p...
capítulo cinco, ando desaparecida, me disculpan, pero ando haciendo sufrir a los lectores de calzones
AMO ESTE CAPÍTULO PORQUE MEGAN ES TODA TONTA Y LE TOMÓ SIETE HORAS PERDER EL TEMPLE Y LA VOLUNTAD
ESPERO LO DISFRUTEN, ME AYUDAN COMETANDO PORFIS, MUAK
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MEGAN HOWARD
Me llegué a cuestionar si valdría la pena la espera.
Y eso que solo habían pasado siete horas desde que había llegado al castillo, pero esas habían sido las horas suficientes para acabar hasta con la paciencia de un santo.
Y yo no era precisamente un santo, así que carecía de esa virtud.
Estaba necesitando una bebida fuerte, alguna de las tantas botellas de lujo que en algún momento le robé a los ricos. Sí, eso era lo que necesitaba después de confirmar lo obvio.
Phoebe Baskerville no era más que una mocosa malcriada.
Casi pude ofenderme de que dudara de su nuevo soldado, aunque teniendo en cuenta que yo no era un hombre, no hacía mal en dudar y temer de mí.
Ciertamente yo jamás sería asquerosa como un hombre, pero eso no quitaba que iba a destruirla.
Era preciosa.
Mierda, su madre se quedaba corta.
Phoebe era el verdadero tesoro real.
Cabello dorado y ondulado, piel pálida y con pecas, labios regordetes y rosados. Pude haber rodeado su delicado cuello y acabar con su vida perfectamente idílica.
Ver que lo era todo, fue jodido.
Incluso para alguien como yo.
Ella cumplía todos los estereotipos de alguien de la realeza.
Era tan perfecta que hasta me daban ganas de ahogarme con una poción de veneno porque era... mierda, era demasiado perfecta.
Y que fuera tan preciosa era un jodido problema porque no era algo en lo que tenía que perder la cabeza.
No debía tener en mi mente sus labios, o sus ojos, o sus rizos desordenados, o ese estúpido vestido que me había hecho picar las manos.
Los bordes del corset me dieron una vista perfecta de las curvas de sus pechos y tuve que tragar con fuerza.
Más cuando empezaba a suponer cosas que no eran.
Nunca supe de un caso donde el lazo de un cambiante fuera un humano. Tal vez porque mis padres no llegaron vivos para poder hablarme de ese tema, pero no era algo de lo que había escuchado entre mi pueblo.
