Capítulo I

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Iniciación:

Kazan, el Uñaguille y la Ciudad de la Estatua de Cristal

En un paisaje lejano y un poco desconocido, se encontraba en medio de una tormenta una pequeña figurita, que caminaba sobre un denso y extenso tapete de nieve. La situación era desconocida para ese pequeño ser, no sabía de dónde venía ni a donde iba, sólo atinaba a caminar por la vereda que otros ya habían dejado.

Después de mucho tiempo de haber caminado, una gran puerta de marfil y oro se abrió ante él, todas las personas que llegaban a Cielo se encontraban formadas detrás de una gran fila; había toda clase de personas, uniformados de igual manera, una bata azul y lo único que los diferenciaban eran los gorros que llevaban en la cabeza.

Él se miraba por todos lados, sin entender cómo es que todos portaban ese singular uniforme, se rascó la cabecita con un dedito y siguió su camino hasta toparse con un Gran Ángel. Este ángel le señaló el camino que debía seguir, al mirar hacia atrás, vio aquel camino que dejaba cuando hacía apenas unos minutos se encontraba en medio de él. Era curioso como el nuevo camino, que a partir del centro, donde se encontraba parado en ese momento, se dividía a su vez en cinco: en el primero, caminaban los ancianos; en el segundo los adolescentes, en el tercero los niños, en el cuarto los adultos jóvenes y en el quinto los adultos maduros; en cuatro de los cinco, a medio camino se convertían en pequeños niños, en todos menos en el tercero porque esos pequeños, ya lo eran.

Cuando todos hubieron llegado a los transportes que los esperaban desde antes de entrar por la puerta de marfil; en las Nubes Viajeras, tres Grandes Guardianes dieron la bienvenida a todos los nuevos ángeles. Odessa era la encargada de los pequeños ángeles provenientes del tercer camino por ser la más joven en siglos, mientras que Bulun se encargaba del primero y segundo por ser el más o menos joven y Khonu del cuarto y quinto por ser el más anciano de los tres, todos pertenecientes a la Comunidad de Munki.

Algunos de ellos, algún día será el elegido y tendrá la oportunidad de tener como maestro, informador y guía a alguno, si no es que a los tres.

En la enorme puerta de Villa Byisk esperaban Vissu y Vassu, dos jóvenes guardianes pertenecientes a la Comunidad de Gorki, acompañando a los jóvenes pupilos, recibían ese nombre por órdenes de Dios cuando completaban las cinco primeras misiones. La Comunidad de este pequeñín se llamaba entonces Comunidad Reciente; en ella, a cada pequeño pupilo se le asignaba un nombre, Odessa le dio su nombre a este pequeñín, llamándole Baku, que sin saberlo podría ser el elegido. Es más, Odessa quería que las cosas fueran más sencillas para él, debido a lo que ella vio cuando el pequeño pupilo llegaba a la villa, habló con Bulun y Khonu para encargarse personalmente de su tutela.

La espesura del paisaje por el que vino caminando Baku no era coincidencia, en Cielo era invierno y había llegado precisamente un pequeño ángel que sería el elegido, como cada ciento veintiún años. Increíblemente estos ángeles eran extraños, pero su brillo era tan especial que se distinguían del de los demás. Ante los difíciles momentos que pasó Baku, ya que su madre y él fueron una de las tantas personas que fallecen por un error humano. Sin embargo, la forma como ocurrió aquel accidente, tanto la madre como el hijo, no se vieron más.

Cada persona que llega a Cielo, llega sola en medio de una terrible tormenta y siguiendo el camino se convierten en pequeños pupilos, cada vez que se acercan a la gran puerta, todos y cada uno de ellos. Algunas cosas no son tan sencillas, lo maravilloso y único de Baku en este momento, es que él fue protegido por su madre cuando ocurrió ese terrible accidente, por ello se diferencia de los demás. Su brillo es tan especial, que sin saberlo su madre, le había dado en el momento de su muerte un hermoso regalo, un Gran Corazón Puro.

Baku- Libro IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora