6: Un día peculiar (tanto en malo, como en lo bueno)

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Al día siguiente de los hechos del capítulo anterior que escribí ayer mismo, fue un dia muy especial, solo que yo no lo sabía. Después de levantarnos me percaté que ni Devil ni Mia estaban en casa, por lo que oficialmente estaba solo. Di una vuelta a ver que es lo que podía hacer, y fui a la plaza central, nada más pisar un pie, mucha gente me vió y se arrodilló ante mi presencia

-Levantáos, por favor. -pedí.

La gente se levantó y un niño corrió hasta mí escondiéndose detrás de mis piernas, cuando apareció su padre con una arma blanca.

-Señor, ¿qué ocurre con su hijo? -le pregunté.

-Quitaos, alteza, mi hijo no merece vivir. -dijo él.

-¿Qué hizo esta pobre criatura? -pregunté.

-Suspender un exámen, ahora apartaos si no queréis salir perjudicado vos también. -dijo el hombre.

-Pero, ¿no es mejor darle otra oportunidad? -dije yo.

El hombre sin decir una palabra me tiró y me clavo el cuchillo en el pecho, rajándome en el pecho, rápidamente los médicos reales me llevaron al hospital donde allí, me reanimaron y curaron la herida, cosa que se me cicatizó con el paso del tiempo. Desafortunadamente el niño no corrió la misma suerte, y murió a manos de su padre. Al enterarme les dije a los médicos:

-¿Por qué no lo habéis salvado? -pregunté yo.

-Lo sentimos, su alteza, pero no había espacio para llevarle. -dijeron ellos.

Ordené que se proclamara semana de luto por el chaval y también ordené la captura del hombre que lo mató, tardaron 10 horas en encontrarlo. Fue sentenciado a 3 trillones de años en prisión y una vez cumplida la condena en prisión sería llevado a la silla eléctrica-ignífuga. Después de eso salí del hospital con la mano en el pecho, y justo nos cruzamos Mia, Devil y yo.

-¡Hola Kiba! -dijo mi hermanita.

-¡Hola amorcito! -dijo Mia.

No daba respuesta ninguna porque no me veia nada bien, sentía que iba a desmayarme.

-¿Hermanito? -preguntó Devil.

Seguido de esto, me desplomé, dando a entender el verdadero motivo del porqué estaba callado.

-¡Kiba! -gritaron las dos.

Rápidamente, me escoltaron al palacio donde me tumbaron en la cama, me desperté media hora después.

-Uuuh... ¿donde estoy? -dije yo.

-Kiba... -decía Mia. -¿estás despierto, amor mío?

-Sí... -me quejé.

Sin haberme podido levantar, Mia me dió un abrazo y sentí como ella me abrazaba con fuerza.

-Por un momento pensé que te perdí. -dijo ella.

Después de eso, me preguntó si quería ir por un helado a Minsk ya que la última vez no pudimos porque estaba cerrado el puesto. Yo asentí mientras me recuperaba y recobraba mi cuerpo. 1 hora después, nos encontramos en el mismo sitio donde nos besamos por primera vez.

-¿Te acuerdas cuando te besé y tardaste 4 minutos en entender que era? -preguntó ella.

-Sí, la verdad no supe como reaccionar porque me tomaste por sorpresa. -dije yo.

Yo estaba apoyado en un árbol, con las piernas estiradas, pero Mia se sentía incómoda en el tronco del árbol. 

-Qué incómoda me siento apoyada al árbol. -se quejó.

Miré como estaban colocadas mis piernas y se me ocurrió una idea.

-¿Por qué no apoyas tu cabeza en mis piernas? -pregunté mientras se me ponían las mejillas sonrojadas. -Así estarás más cómoda.

Ella sonrió al verme sonrojar, colocó su cabeza sobre mis piernas, recogió sus piernas y se hizo bola. Yo al ver que salía algo negro de su bolsillo, pregunté.

-Mia, ¿que es eso negro que sale de tu bolsillo? -pregunté.

-Oh... es algo para ti. -dijo ella, mostrando nervios.

Entonces, sacó una caja negra y me la dió.

-Espero que te guste, lo he guardado para un momento como este. -dijo ella.

Abrí la caja y vi un anillo, sorprendido, dije.

-No me digas que... -dije yo.

Entonces ella se levantó, se sentó entre mis ingles y me preguntó nerviosa.

-Kiba, se que lo que te voy a pedir no tendría sentido porque tendrías que ser tú quien lo debería decir, pero como sabes poco de esto, aquí va. -dijo ella. -Kiba, ¿quieres casarte conmigo?

Impactado, me lo pensé, le di vueltas por 2 minutos hasta que por fin, decidí.

-Sí, por supuesto que me casaría con el amor de mi vida, aún ya muerto. -dije yo.

Mia no tuvo tiempo de reaccionar, cuando yo me tumbé en la hierba helada, hice a Mia tumbarse encima de mí, cuando pudo reaccionar, rápidamente la besé con todo mi carisma, estuvimos así casi una hora. Al levantarme me preguntó.

-¿Por qué me has tumbado encima de ti, mi amor? -preguntó ella. -¿Acaso quieres tener una noche de pasión intensa conmigo?

Yo que sabía por dónde iban los tiros le expliqué que el amor carnal es lo que más odio en esta vida muerta. Ella se sorprendió y me dijo estas palabras.

-No importa que te guste u odies el sexo, para mí no hay cosa más bella que la única persona a la que he besado en la boca, te quiero Kiba, no olvides estas palabras nunca. -dijo ella.

Deixis de SatánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora