8. sangre violeta

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¿Qué significa "sangre violeta", se preguntarán todos? La sangre se tiñó de violeta cuando 129 mujeres murieron quemadas, cuando miles son abusadas, cuando cientos son maltratadas, y esto ya no se calla, ya no se esconde. Esta norma no se la salta ningún conde.

La sangre se tiñó de violeta cuando, en una lucha por la igualdad, se las encerró en una fábrica sin posibilidad de escapar. Eso pasó un 8 de marzo, y esa es la triste realidad que hace ya más de 100 años las mujeres tenían que enfrentar. No es algo con lo que todas deberíamos lidiar; estas cosas ya han empezado a cambiar, pero no como debería ser en verdad.

Ahora la balanza va más allá del límite y de cualquier rango posible. Las mujeres no necesitamos más por ser mujeres, pero tampoco merecemos menos por el mismo hecho. La sangre se tiñe de violeta cuando a una mujer la hacen menos, y esto no son cotilleos, son hechos. Necesitamos frenos.

No se necesita ser 8 de marzo para demostrar que merecemos igualdad como sociedad. Ni las mujeres ni los hombres deberían tener más por su sexo, eso jamás. A ver si la gente lo entiende ya: queremos igualdad.

¿Cuándo nos vamos a dar cuenta de que somos la humanidad, la que se está cargando esta hermandad con esa necesidad de autoridad? Y es tan triste que esto sea la realidad. Las mujeres no somos muñecas; no puedes tratarnos así solo por estar "buenas", no somos de tu propiedad, con nosotras no puedes jugar. No hay ninguna necesidad de no tratarnos de igual a igual, porque ese debería ser el punto final.

Estoy diciendo esto por María, a la que acosan por la calle cada día; por Pilar, a quien su marido no deja de golpear; por Jana, a la que acorralaron y obligaron a aceptar algo tan denigrante como un abuso sexual; por Elisavet, quien toda su inocencia perdió a los 5 años de edad, y tomaron algo tan íntimo como su bienestar.

Por Laura, quien por miedo a lo que su esposo podía hacer si decidía cortar, empezó a aceptar cada infidelidad; por Maia, a quien su padre vendió y sin nada en su alma se quedó; por Lili, por Tiana, por Daiana, por Lucía, y por miles más.

La verdad, me gustaría dejar de contar. Que cada mujer que empiezo a nombrar no hiciera mi alma pesar cada vez más. Esa es la verdad: ¡nos queremos vivas, nos queremos salvar!

Incluso cuando a veces hasta negativas podamos estar, día a día es una lucha continua contra la inseguridad que nos mata sin piedad. ¡Ya basta, ya no quiero contar, no necesito más, ya quiero parar! Hoy tenemos que gritar por las que se fueron y las que aún están. ¡No necesitamos más, tenemos que parar!

Por todas las que sufrieron y hoy hacen una vida normal, por todas a las que encerraron sin piedad, a las que no las dejaron hablar, a las que su opinión no se pudo aceptar, por todas las que luchan por un cambio, donde no haya que contar, donde podamos ser libres y que nos paren de maltratar.

Un mundo donde toda niña con princesas pueda jugar sin que la tengan que sexualizar. Así que sí, todo esto se tiene que acabar.

Por eso, cada vez más, la sangre de rojo a violeta se volverá, hasta ser parte de esta sociedad. Dentro de nosotros está la igualdad, y aunque para eso tenemos que trabajar, yo daría todo lo que fuera y más para que ninguna mujer tenga que sufrir algo tan doloroso y asqueroso como un abuso sexual.

de sudor y lagrimas a tinta y papelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora