Epílogo

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Después de todas esas emociones vividas, al fin llegó el invierno y con él las vacaciones. Durante toda la última semana de clases, Percy y Nico estuvieron planeando qué querían hacer para estas vacaciones. El resultado fue un viaje por Italia, pues Percy tenía muchas ganas de conocer dónde nació Nico, y Nico ansiaba regresar a su lugar natal. Sin embargo, también aprovecharon para visitar otros lugares.

—Estoy emocionado de finalmente explorar tu tierra natal, Nico —dijo Percy mientras empacaban sus maletas.

Nico sonrió, sintiéndose agradecido por tener a Percy a su lado en este viaje especial.

—Y yo estoy emocionado de compartir contigo cada rincón de mi país, Percy.

Con una lista de destinos en mano y los corazones llenos de expectativas, comenzaron su travesía por las calles adoquinadas de Roma, admirando la grandeza del Coliseo y la majestuosidad de la Fontana di Trevi.

—Es como un sueño hecho realidad estar aquí contigo —susurró Percy mientras lanzaba una moneda a la fuente, siguiendo la tradición para asegurar su regreso a Roma algún día.

Nico envolvió su brazo alrededor de los hombros de Percy, compartiendo su emoción.

—No puedo imaginar un lugar mejor para estar que a tu lado, Percy.

A medida que avanzaban en su viaje, descubrieron la belleza de la Toscana, con sus interminables campos de viñedos y sus pintorescos pueblos medievales. Recorrieron las calles empedradas de Florencia, maravillándose con las obras maestras del Renacimiento, y se perdieron en los estrechos callejones de Venecia, compartiendo risas mientras se dejaban llevar por la magia de la ciudad.

—Este viaje ha sido más de lo que había imaginado —admitió Nico mientras contemplaban juntos el paisaje al atardecer desde un mirador en la costa de Amalfi.

Percy asintió, sintiéndose agradecido por cada momento compartido.

—Y lo mejor de todo es que lo hemos vivido juntos, Nico.

Y así pasaron sus vacaciones, llenas de sentimientos compartidos y lugares nunca antes vistos por ninguno de los dos jóvenes, pues aunque Nico era de Italia, se mudó con su familia a Estados Unidos desde muy joven.

Algunos años después...

Nico

Percy y yo nos encontramos estudiando en la universidad ahora. Decidimos venirnos a Italia juntos. Al principio fue algo difícil, pues Percy comenzó la universidad antes que yo y, como cualquier pareja, hemos tenido nuestros momentos.

Vivir juntos ha sido una experiencia increíble. Aunque al principio tuvimos que ajustarnos el uno al otro, ahora nos complementamos perfectamente. Percy es un apasionado de la biología marina, y a menudo lo encuentro absorto en sus libros de texto, fascinado por las criaturas del océano y los ecosistemas submarinos. A veces, cuando habla de sus investigaciones o de sus proyectos, su entusiasmo es contagioso, y me encuentro admirándolo aún más por su dedicación y su pasión por su campo de estudio.

Por otro lado, yo elegí estudiar psicología debido a lo que viví en el pasado. Es un campo que me permite entender mejor mis propias emociones y las de los demás. A menudo me encuentro reflexionando sobre la mente humana y cómo podemos sanar nuestras heridas emocionales, además de que me encanta explorar la mente humana y entender los procesos mentales y emocionales que nos hacen ser quienes somos. A veces, Percy me sorprende con su comprensión intuitiva de las personas y su habilidad para leer entre líneas, lo cual complementa mi enfoque más analítico.

Entre nuestras sesiones de estudio y nuestras clases, siempre encontramos tiempo para disfrutar de nuestros hobbies juntos. A Percy le encanta practicar surf y siempre está buscando la próxima ola perfecta, mientras que a mí me gusta perderme en la música, tocando la guitarra o explorando nuevas bandas y artistas. A veces, nuestras aficiones chocan un poco, como cuando mi guitarra ocupa espacio en la sala de estar que Percy necesita para su tabla de surf, pero siempre encontramos una manera de hacerlo funcionar.

Aunque al final, a pesar de nuestras diferencias, encontramos placer en nuestros momentos compartidos. Los fines de semana, nos aventuramos juntos a explorar los alrededores, ya sea caminando por senderos naturales o visitando museos locales. Nos encanta sumergirnos en la cultura italiana, probando nuevos platos y descubriendo rincones secretos de la ciudad.

Y luego está nuestra intimidad, un refugio donde nuestras pasiones se encuentran. Las noches en las que nos perdemos en el calor de nuestras caricias y susurros, explorando nuestros cuerpos como si cada toque fuera una nueva aventura. Es en esos momentos íntimos donde nos conectamos más profundamente, compartiendo no solo nuestros cuerpos, sino también nuestras almas.

Vivir juntos ha sido una montaña rusa de emociones, pero cada subida y bajada solo ha fortalecido nuestro vínculo. A veces chocamos, sí, pero siempre encontramos nuestro camino de regreso el uno al otro, recordando que al final del día, somos dos mitades que se complementan perfectamente, porque mi abuelo tenía razón, el hilo rojo sí existe y siempre se asegurará de guiarte a su final. Percy era el mío y yo el suyo.

Así que mientras nos aferramos a este hilo rojo que nos une, enfrentamos juntos lo que el futuro nos depare, sabiendo que mientras estemos juntos, podremos superar cualquier obstáculo que se interponga en nuestro camino. Y mientras caminamos hacia el horizonte, nos damos cuenta de que nuestro amor es eterno, porque está tejido en las fibras del destino mismo. Y así, juntos, continuamos escribiendo nuestra historia, sabiendo que nuestro hilo rojo nunca se romperá.

—Oye, Nico.

—Sí, Percy.

—La luna luce hermosa, ¿no te parece?

—Puedo morir en paz.

El hilo rojo del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora