Jungkook se quedó mirando fijamente el collar, pero me di cuenta de que no parecía sorprendido.
—Está bien, Jimin. Si eso es lo que quieres...
Lo dijo como si estuviera recitando números del listín telefónico. Su voz sonó así de fría.
—Sí —afirmé, clavándome las uñas en las palmas de las manos—. Si vas a fingir que la pasada noche no fue más que una maldita escena, esto es lo que quiero.
Él asintió haciendo un rápido y leve movimiento con la cabeza.
—Conozco muchos dominantes en la zona de Nueva York. Si quieres, puedo facilitarte algunos nombres. —Me miró con ojos inexpresivos—. O si lo prefieres, les puedo dar tu número a ellos.
¿Cómo se atrevía?
Yo había dejado muy claro en la solicitud que le envié que sólo estaba
interesada en ser su sumiso. Él lo
sabía. Lo sabía y estaba mencionando a otros dominantes para hacerme daño.En ese momento comprendí que
el amor y el odio eran caras
opuestas de la misma moneda.Porque, a pesar de lo mucho que
amaba a Jungkook hacía sólo un
segundo, en ese preciso instante le
odiaba.—Lo tendré en cuenta —dije con sequedad.
Él permaneció inmóvil. Como si estuviera esculpido en hielo.
—Iré a buscar mis cosas.
Salí del salón y subí la escalera hasta mi dormitorio, donde, hacía sólo unas pocas horas, los dos habíamos hecho el amor con tanta dulzura que él incluso lloró.
«Jungkook había llorado.»
La noche anterior pensaba que
había llorado por lo que sentía por
mí. O quizá fue por la abrumadora
certeza de saber que su muro se
derrumbaba. Pero ¿y si lloró porque sabía lo que haría unas horas
después?—Oh, Jungkook —suspiré, mientras contemplaba esa posibilidad—. ¿Por qué?
¿Por qué querría hacer una cosa
así? ¿Qué podía empujarlo a hacer
algo así?«Después —dijo Minnie el
racional—. Ya pensarás después en
eso.»Claro. Después.
Me puse la ropa y cogí el bolso
y el iPod. Dejé allí el despertador.Quizá al siguiente sumiso de
Jungkook le resultara útil.El siguiente sumiso de Jungkook...
Él encontraría a otro, seguiría
adelante. Exploraría el placer y el
dolor con otra. Sería suave, paciente y se preocuparía por otro.«Oh, por favor, no.»
Pero lo haría.
«¡Después!», gritó Minnie el
loco.Reprimí un sollozo. Minnie el loco tenía razón: ya me ocuparía de eso más tarde.
Me detuve un momento en el
umbral de la puerta y me despedí
del lugar en el que había pasado la
noche más alucinante de toda mi
vida.Luego recorrí el pasillo, pasé
frente al cuarto de juegos de
Jungkook, donde apenas habíamos
estado. Me detuve un unos minutos
en la puerta de su dormitorio.Sus palabras resonaron en el
pasillo silencioso, mientras yo
miraba fijamente su cama perfectamente hecha: «Y yo nunca
te he invitado a dormir en la mía».
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El Sumiso (Kookmin) [ Editando ]
Roman d'amourSe recomienda discreción SI NO TE GUSTA SOLO DEJALO Y NO SIGAS LEYENDO Cualquier comentario de odio o ofensivo será bloqueado Esto es una adaptación créditos y agradecimientos a quien corresponda