Melodías de ensueño

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Día 4: Ensueño

Pequeñas ráfagas de aire llegaban cerca de ellas, a la vez que mecían el verde follaje de los árboles que estaban cerca en un suave compás

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Pequeñas ráfagas de aire llegaban cerca de ellas, a la vez que mecían el verde follaje de los árboles que estaban cerca en un suave compás. Ambas caminaban a paso lento mientras la de mechas castañas hablaba sobre el nuevo episodio de su telenovela favorita bajo la mirada atenta de la de mechas rosadas. A pesar de que aquel tema no fuera de su completo interés, siempre escuchaba atentamente a su amiga.

No habían muchos alumnos a su alrededor, pues ellas se habían asegurado de apresurarse a salir del salón de clases, pues, esa misma mañana, Becky le había contado a su amiga que necesitaba salir temprano, pues su maestra de violín la estaría esperando en casa para una lección, a lo que Anya se había ofrecido a acompañarla. No estaría mal que su padre viera que, para variar, sí puede llegar temprano a casa.

― ¡Anya! ― dijo Becky de pronto, haciendo que ambas detuvieran su camino hacia la salida de la academia ― ¡Creo que olvidé mi libro de partituras favorito en el salón de música! ― puso una mueca de horror.

― ¿El pequeño libro azul que llevabas contigo? ― ella asintió ― No importa, seguro que la Señorita Vanderlood lo guardó, mañana lo recogemos ― dejó caer los hombros sin darle mayor importancia.

― Pero, ¡mi maestra de violín está esperando en casa para una práctica! ¡No puedo hacerlo sin ese libro, Anya! ― dijo, haciendo énfasis en la palabra.

Las diversas palabras y presiones que la Señora Campbell ejercía sobre ella la habían hecho convencerse a sí misma de que no era capaz de tocar aquel instrumento sin, específicamente, esas partituras, por ello y la obsesión que tenía la Señora Campbell con la puntualidad, comenzó a estresarse de sobremanera.

Anya se quedó pensando unos minutos mientras daba un vistazo a la parada del autobús. Era temprano aún, por lo que todavía no llegaba. Bueno... ¿Qué más daba? De todos modos le hacía falta caminar un poco.

― Está bien ― soltó un suspiro de resignación ―. Ve con Martha y dile que espere un poco, yo iré por el libro ― Becky soltó un chillido y apretujó a Anya entre sus brazos.

― ¡Eres la mejor!

― Lo sé ― le dedicó una sonrisa de suficiencia ―, ahora espera aquí.

Giró sobre sus talones y comenzó a caminar en dirección al dichoso salón de música. Solo esperaba no tardar demasiado, no quería perder el autobús y tener que caminar a casa de nuevo.

 Solo esperaba no tardar demasiado, no quería perder el autobús y tener que caminar a casa de nuevo

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