•Slow down, fade out

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Hoseok miró divertido la pantalla de su celular y después de reírse un buen rato, atendió.

—¿Una demanda? —la voz de Jin Ah sonaba histérica—. ¿Cómo pudiste hacerme eso?

—Ya sabes lo que tienes que hacer si quieres que la retire. Sino te veré en el juzgado.

—Estás loco. Es mi dinero también.

—Te recuerdo que jamás trabajaste. Ese dinero es mío. Y si no lo devuelves, me aseguraré de perseguirte hasta el fin del mundo.

—¡Eres un imbécil egoísta! —gritó la muchacha fuera de sí—. Todos estos años que estuve a tu lado...

—Haciéndome la vida imposible —la interrumpió él.

—Sabes que no tengo donde ir. No puedes ser tan insensible... Cariño, piensa en el mal que me haces.

—Quiero mi dinero de vuelta y más te vale que esté todo. Quiero hasta el último centavo o me aseguraré de que pases una linda temporada en la cárcel —dijo tranquilamente mientras caminaba hacia su casa.

Colgó la llamada y leyó el mensaje que le había llegado mientras hablaba por teléfono.

'Señor Shin, lamento importunarlo con este mensaje. Mi nombre es Chae HyungWon. La semana pasada estuvo usted en mi casa... La empleada encontró su billetera. Puede pasar por mi casa cuando guste, siempre y cuando sea por la tarde noche ya que antes no habrá nadie para atenderlo. Si por algún motivo no puede acercarse, indíqueme dónde puedo alcanzarle sus pertenencias. Saludos. C.H'

Detuvo sus pasos y volvió a leer. El hermoso hombre le estaba diciendo que fuera a su casa. Había estado especulando con esa llamada casi toda la semana, rogándole al cielo que fuera él quien descubriera su billetera y no el pesado de su esposo. ¿Qué debía hacer? ¿Contestarle el mensaje o aparecer en su puerta? Decidió que la primera opción era la más acertada. HyungWon era un hombre refinado y de buenos modales. Si se aparecía frente a su puerta, probablemente lo molestaría. Y necesitaba acercarse a él. Desde aquella noche no había tenido paz. Pensaba en esos ojos grandes y esa boca provocativa cada minuto del día. Incluso un cliente le había dicho que 'estaba desconcentrado'. Miró su reloj. Ya casi eran las siete de la tarde. HyungWon le había dicho que pasara por la tarde noche. Si se apuraba aún podía darse un baño y ponerse presentable. No quería ir luciendo como un feriante de dos pesos.

Se apoyó en una mesita de madera fuera de una tienda de conveniencia y pensó en una respuesta.

'Buenas tardes, señor Chae, siento mucho haberle causado esta molestia. Y agradezco de corazón el que mis —¿había dicho pertenencias?— pertenencias hubieran quedado en su casa y no en otro lugar. Estuve preocupado toda la semana por el extravío —¿quién diablos usa esa palabra?—. Podría pasar en una hora si a usted le parece bien...'

Mandó el mensaje y paró un taxi. El celular vibró en su mano.

'Perfecto. Lo estaré esperando.'

Echó la cabeza hacia atrás y se felicitó por haber 'extraviado' su billetera.

—Solo espero que su marido no esté...

Pasó la siguiente media hora eligiendo con cuidado la ropa que iba a ponerse. Debía verse casual, pero elegante. Sacó una camisa azul francia que resaltaba la palidez de su piel y unos pantalones de vestir entallados. No se mataba en el gimnasio para nada. Y su cuerpo era su mejor atributo ya que su personalidad distaba mucho de ser agradable. Frotó unas gotas de un perfume que le había costado un ojo de la cara sobre sus muñecas y detrás de las orejas. Se ahumó apenas los ojos y se puso una fina cadena de oro sobre el cuello como único accesorio. Lucía bien. Ni muy cargado ni muy sencillo. Simple y elegante. Peinó su cabello hacia atrás y se metió un chicle en la boca.

Hello, strangerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora