Le había sido infiel a su esposo. Ese pensamiento lo hizo gritar contra su almohada. Aún podía sentir los labios de Hoseok contra los suyos y el agradable calor que se había extendido por su cuerpo cuando esas fuertes manos lo presionaron contra la pared. Todo estaba tan mal. Volteó la cara y miró el sobre marrón que estaba sobre su mesita de noche. Su abogado le había mandado los papeles la tarde anterior y le había pedido que lo leyera. También le había aconsejado que hablara con DongHae. Y ahora estaba aterrado. La revelación de que había sido capaz de hacer algo tan bajo y en la casa que compartía con su esposo era algo que le estaba jodiendo los sesos. Él no era así. No podía reconocerse en ese idiota lujurioso en el que se había convertido después de algunas copas. ¿Tan necesitado de cariño estaba que había permitido que un desconocido lo tocara y lo besara? —No es un desconocido —dijo la voz en su cabeza. Esa voz a la que parecía estar prestándole demasiada atención las últimas horas.
—Sí lo es. Es un extraño y tú un culo fácil —dijo en voz alta y sacudió las piernas enfurecido por sus propios pensamientos. Presionó las manos contra sus ojos y se incorporó para tomar su celular. Marcó con rapidez el número de su esposo y esperó.
Luego de algunos segundos de espera, la voz de su marido se le antojó desconocida.
—¿DongHae? —preguntó.
—¿Acaso esperabas escuchar a otra persona? —la voz de su esposo sonaba molesta. Rodó los ojos.
—Bueno, no sé. Casi olvido cómo sonaba tu voz. No me has llamado en una semana —le reprochó—. Podrías al menos haberme avisado que llegaste sano y salvo.
—HyungWon... —el tono irritado de su marido al que ya estaba habituado por hacerlo sentir un estúpido, lo hizo reprimir un insulto— por favor no empieces. Estoy cansado y no he parado un maldito segundo desde que estoy aquí.
¿Por qué seguía intentándolo? Era obvio que su marido ya no tenía interés en él.
—Bien, lo siento —dijo— no volveré a molestarte.
—Oye...
Pero no quiso seguir escuchándolo. Cortó la llamada y silenció a su marido.
Cuando salió del baño, un rato después, Agnes estaba acomodándole la ropa sobre la cama.
—Buen día, precioso —lo saludó la mujer. HyungWon sonrió. Agnes era la única que podía ponerlo de buen humor.
—Buen día... —dijo tocándole el hombro con cariño—. Me gusta esa combinación de colores —se inclinó sobre la cama y tomó la camisa color esmeralda entre sus manos.
—Los colores fuertes te sientan muy bien —dijo ella mientras revoloteaba por la habitación acomodando sus cosas para que él no tuviera que preocuparse por nada.
—Estás echándome a perder —le dijo resignado— sabes que puedo buscar la ropa por mí mismo.
—Y tú sabes que yo tengo mejor gusto para la moda —dijo ella encogiéndose de hombros y acercándose a él para pellizcarle una mejilla suavemente—. Ahora vamos. Vístete y baja a desayunar.
Sabía que no tenía sentido discutir con Agnes, aunque tampoco lo intentaba demasiado. Estaba con él desde los primeros años de su matrimonio y estaba convencido de que ya no podría hacer nada sin ella.
Bajó a desayunar y tomó asiento dejando escapar un largo suspiro.
—¿Crees que estoy haciendo bien en pedirle el divorcio?
Agnes sólo esbozó una pequeña sonrisa que estaba destinada a tranquilizarlo.
—No puedo ser objetiva en este tema. Sabes que siempre estaré de tu lado. Hagas lo que hagas, cariño. Sé que es difícil, pero tu felicidad es más importante que cualquier regla ridícula impuesta por la sociedad o la familia.
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Hello, stranger
FanfictieLas personas suelen olvidar el erotismo de conectarse a través de la mente y el espíritu. La forma en que un cuerpo hormiguea cuando su alma ha sido acariciada por la de otro. El consuelo cuando alguien no solo te entiende, sino que te siente. Sin e...