Capítulo 4: Flor de invernadero

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Desde que llego, Elise jamás había salido de casa, Finotter le tenía prohibido cruzar la cerca alta que rodeaba la amplia propiedad.

"¿Por qué quisieras salir? Si tienes todo aquí dentro, personas que te quieren, comida, juegos, libros, diversión y estudio, puedes hacer lo que te plazca con la única condición de que nunca debes salir de la mansión, nadie podría entenderte ni amarte como yo allá afuera"

Sabía que debía dejar de pensar en eso, pero no podía evitar sentir curiosidad en salir. Quería ver el mundo que veía en los libros, ir a un festival o viajar, aunque sea un poco.

Finotter notaba como ella miraba por la ventana o el cómo sonreía al ver el cielo, lo cual le parecía algo inaceptable, todos los sueños, sonrisas, cualquier sentimiento que Elise tuviera debía ser para él y nada más.

—Elise, mi niña especial. Has sido muy buena que tengo una sorpresa.

— ¿Una sorpresa? —preguntó con ilusión.

—Te llevaré conmigo a un pequeño viaje ¿Qué te parece?

— ¡¿De verdad?! —Elise corrió hasta él y se lanzó a abrazarlo— ¡Gracias!

—Tómalo como tu regalo de cumpleaños, pronto tendrás ocho años, ¿no? Ya eres suficientemente grande como para que vengas conmigo.

El abrazo se volvió aún más fuerte, Elise no podía contener la emoción. Por fin podría ver alguno de esos lugares que tanto Finotter le contaba sobre sus viajes. Intentaba imaginarse que es lo que vería o comería, le hacía tanta ilusión que no podía dormir y cuando llego el día de viajar, su felicidad desbordaba, no podía dejar de decirle cuanto lo quería y agradecerle por dejarla acompañarlo.

Se preguntaba a donde irían, que maravillas encontraría, se sentía tan feliz que el primer paso que dio en el puerto de aquella enorme ciudad la hizo temblar, nunca había visto tanta gente reunida, pero a pesar de los nervios fue a toda velocidad a los puestos cercanos. Finotter fue a su lado, para no perderla de vista.

Un pequeño grupo de niños llamo su atención, escuchaba como se burlaban de ella por su vestido blanco, sus risas y señas le parecieron intimidantes, no entendía que tenía de malo.

—Vamos—dijo Finotter mientras la llevaba de la mano.

Las burlas se quedaron en su mente, apagando sus ánimos. La gente era cruel con ella antes por no tener dinero o porque su madre era una prostituta, así que no entendía las razones de las burlas ahora.

—Espérame aquí, iré a resolver unas cosas, no tardaré mucho ¿De acuerdo? —le dijo a Elise deteniéndose frente a un edificio para luego entrar.

La niña se quedó afuera, sentándose en la banqueta. Se sentía cohibida, objeto de las miradas de todos y el motivo de las risas de sus conversaciones, quería desaparecer o volverse invisible.

Un par de hombres que llevaban tiempo observándola, de solo ver sus ropas y el hombre con el que venía, confirmaron que era la niña del trabajo. Asintieron entre ellos y se pusieron en marcha. Con rapidez se acercaron, tomaron a Elise entre sus brazos e inicio la huida.

Elise gritaba que la soltaran y pedía por ayuda con todas sus fuerzas, pero nadie hacía algo, era como si la ignoraran.

Pronto llegaron a una vieja bodega donde la ataron de manos y pies, al igual que cubrieron su boca con un pañuelo para que no pudiera gritar.

¿Por qué nadie la ayudaba? Ese sitio se parecía a su antiguo hogar, donde todos hacían como si no existiera. Lloraba mientras escuchaba las risas de esos hombres, tenía miedo ¿Qué le iba a pasar? ¿Qué harían con ella? ¿Por qué nadie hace nada? Cerro sus ojos sin parar de llorar.

Abrió los ojos cuando escucho que la llamaban, era Finotter con una expresión preocupada.

— ¿Estás bien? —le pregunto mientras la desataba.

Cuando Elise estuvo por fin liberada lo abrazo llorando a todo pulmón. Se alegraba tanto de verlo, le hizo recordar el momento donde él la salvo de morir y había vuelto a suceder. Finotter empezó a acariciarle la cabeza.

— ¿Entiendes por qué no quiero qué salgas de la mansión? El mundo exterior es peligroso, solo yo puedo protegerte—la abrazo más fuerte, acercando sus labios a su oído para hablarle de forma suave—Sin mí no eres nadie, estarías sola; sin importar donde estés, nadie podría amarte, eres afortunada de tenerme a mí a tu lado.

Tenía razón, antes de conocerlo no tenía nada y seguiría siendo lo mismo, le debía todo a ese hombre y por ello debía darle todo de sí para agradecerle el valor que le dio a su vida.

La forma en que Elise se aferraba a él y le pedía que regresaran a casa le dio tanta satisfacción. Había valido la pena llevarla y pagarles a esos hombres para fingir el secuestro, el precio era nada a comparación del resultado.

Creía que estaba temblando de la emoción, su corazón latía rápido con cada segundo, quería lamer sus lágrimas para saber el sabor que tenía. Podía sentir la felicidad; no quería que lo soltara jamás, quería seguir sintiendo esa emoción para siempre y por ello, haría lo que fuera para tenerla con él para siempre.

—Te prometo que jamás volverás a sufrir algo como esto, voy a cuidarte eternamente, nuestro hogar se volverá en un bello invernadero para que puedas crecer sin ninguna preocupación, pero tendrás que ser una niña buena y obediente, dedicarte a mí ¿Lo entiendes?

—Seré una niña obediente.

— ¿En verdad lo prometes? —Finotter se alejó del abrazo, poniendo sus manos en su rostro, sonriéndole.

—Lo prometo.

— ¿Qué te parece si hacemos un pequeño pacto para hacer un pequeño pacto de amor, tú y yo?

Finotter tomo un pedazo de vidrio roto que estaba por ahí, se quitó el guante de su mano izquierda para herirse así mismo en su muñeca de forma que pudiera sangrar,

—Lámelo—ordeno de forma indiferente, sin perder su sonrisa.

Elise miró la herida con cierta sorpresa, pero no dejo que las dudas la consumieran, sin él, no sería nada ni nadie. Mientras acercaba su boca a la herida para lamerla, abandonó toda idea de dejar la mansión, no necesitaba un mundo cruel y horrible en el que no podía ser amada, así que cualquier deseo que no fuera obedecer y amar a Finotter fue desechado en ese momento.

El hombre sonrió aún más, acarició su cabeza como si fuera un cachorro.

—Esa es mi dulce niña, este será nuestro juramento de amor. Mi sangre ahora está dentro de ti y de esa forma recordarás que nunca podrás abandonarme, estás atada a mí.

CuandoElise termino de lamer la sangre, Finotter le dio un cálido y largo beso en su frente,esa pequeña muestra de afecto extrañamente la hizo feliz.

Novela Elise I - OCxTrafalgarLawDonde viven las historias. Descúbrelo ahora