002. Costillas

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Sukuna no entiende a los humanos. Él solo sabe que son animales asquerosos que deberían ser asesinados cuando se vuelven inútiles para que al menos sirvan como alimento. Los humanos tienen emociones y problemas que él no entiende. ¿Por qué se sienten solos? Tan fácil que es secuestrar a una mujer que les haga compañía o ¿por qué se mueren de hambre? Solo maten a otro hombre y róbale su comida. Soluciones simples a problemas de primer mundo. Los humanos son una especie extraña ante los ojos de Sukuna.

Sukuna tiene muchos sirvientes que le sirven día y noche sin descanso. Los trata como juguetes que puede reemplazar si es que se llegan a romper. Los humilla, agrede y mata como deporte. Los sirvientes, al no poderse defender contra la gigante amenaza a la que sirven, solo pueden quedarse callados y obedecerlo para sobrevivir en las pésimas condiciones en las que trabajan. Los débiles humanos lo odian y desean que la muerte venga pronto para él. Sus sueños y esperanzas de vivir han sido reemplazados por contar los días para que el gran tirano sea derrocado por algún reino enemigo.

Al convivir obligatoriamente con él, los sirvientes saben que tú eras su favorita de los 56 sirvientes que tiene. Desde que dormiste con él como si fueras su peluche favorito, te ha pedido que lo atiendas regularmente. A Sukuna le gusta la manera delicada en que le limpias los oídos y cómo masajeas sus hombros anchos, tensos después de un día de cacería. La manera en como encajabas perfectamente entre sus brazos le parecía fascinante. Si sus sirvientes eran juguetes, tú eras una adorable muñeca de tela.

El resto de sirvientes saben que tú eras su favorita, pero Sukuna no se ha dado cuenta aún. Realmente cree que eres la única sirviente que puede hacer las cosas bien sin quejarse. Él podía hacer lo que quisiera contigo, sabiendo perfectamente que tú no harías nada por detenerlo. Solo eres una sirvienta leal, nada más. Podría pedirte que barrieras la sombra del sol, limpiar el techo del castillo o besarle los pies y lo harías sin chistar. Eras una buena sirviente y lo sabía perfectamente.

Era otra noche en el oscuro y frío castillo. Como cada noche, el comedor y la cocina eran un caos. La cena estaba siendo preparada por los varios cocineros que operaban la gran cocina. Los sartenes calientes, las parrillas a fuego alto y los distintos olores impregnaban el tenso ambiente. Uraume desfilaba entre los pasillos, asegurándose de que todos estuvieran haciendo bien su trabajo. Como chef principal, no podía permitir ningún margen de error. Más conociendo el exigente paladar de su majestad. Probaba las salsas agridulces, los finos cortes de carne y las bebidas para asegurarse que ningún cocinero quisiera envenenar a su amo.

Los sirvientes corrían alrededor del comedor para tener todo listo antes de que el rey bajara a comer. La mesa larga decorada con un gran mantel negro con bordados elegantes era acompañado por los finos platos de porcelana con bordes de oro. Te encontrabas colocando los últimos cubiertos en el orden correcto y perfectamente simétricos como al rey le gusta. Cuando los sirvientes comenzaron a sentir los pasos pesados debajo de sus pies, se apresuraron a darle los últimos retoques a la mesa y corrieron a las paredes para colocarse en formación. Sus espaldas pegadas a la pared, brazos a los costados y siempre mirando hacia el frente, evitando el contacto visual.

Sukuna entro a la habitación y los sirvientes se inclinaron ante él. El rey se adentró a la habitación. Caminaba tranquilamente por el perímetro de la mesa, asegurándose de que todos fueran sumisos ante él. Sus ojos rápidamente te encontraron. Una pequeña y joven figura entre los demás adultos. Se detuvo frente a ti. Los ojos de todos entraron en pánico, ya que esta era la primera vez que él hacía algo así. Mientras te inspeccionaba de pies a cabeza, tu corazón se hundió en tu pecho. No sabías qué habías hecho para merecer su atención. "¿Hice algo mal?" Te preguntaste mientras sudabas frío. Tus piernas temblaban y pensabas que te ibas a orinar de los nervios.

La Favorita del Tirano | Sukuna Ryomen x LectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora