Desde el día que Hyunjin había tropezado con aquella chica pelirroja sentía que el sentido de su vida había cambiado, por alguna razón continuaba soñando que estaba en la universidad y que era estudiante de artes, pero su vida de igual manera se sentía vacía en esos sueños.
Le comentó a Karina y a sus amigos sobre los sueños que estaba teniendo, pero la respuesta dada por estos era que debía ser su subconsciente haciéndole saber que, aunque estudiase artes su vida seguiría triste y vacía debido a su familia.
Pero con el pasar de los días aquellos sueños no dejaban de atacar la mente del rubio robándole el sueño, haciendo que este pasar horas pintando, no fue hasta un lunes por la tarde que empezó a ver como sus pinturas parecían tener vi propia, algunas flores parecían ser mecidas por el viento. No se había percatado de como en cuestión de segundos lograba terminar pinturas que antes tardaría semanas e incluso meses en finalizar.
Poco a poco el terror se fue apoderando de todo su ser hasta ese día. El día que las mariposas de una de sus pinturas salieron volando. No había ninguna explicación lógica para aquellos sucesos y Hyunjin sentía que su mente ya no funcionaba de manera adecuada.
Pronto aquello que el joven había amado se convirtió en lo que mas temía.
La situación empezó a pasarle la factura, puesto que las noches en vela empezaron a ser demasiado notorias en su rostro. El fingir estar bien era cada vez más difícil.
Minho fue el primero en notar que algo no estaba bien con su amigo. Puesto que, aunque este intentara fingir no estar cansado y trataba de ocultar las ojeras con maquillaje, el mayor de los Lee había aprendido a leer a través de la actuación de Hyunjin.
Christopher fue otro que no tardo en darse cuenta de que algo no estaba bien con el menor de sus amigos. El mayor intento acercarse al menor para saber lo que sucedía con este, pero parecía bastante difícil puesto que el rubio rápidamente cambia de tema o simplemente esquivaba las preguntas sobre su estado.
Claro que ignorar los problemas no mejoraba nada, pero de alguna manera él sentía que si ignoraba aquellos dibujos tomando vida y avanzando hacia él. Entrar a la habitación ya no era su escape, había convertido la habitación en una zona llena de telas blancas que cubrían todas sus obras de arte.
Observando su última pintura el menor pensó que si quizá dejara pintar cosas tristes aquello cambiaría. Pero no había nada que le inspirara a pintar con colores alegres.
Era difícil pensar en algo positivo cuando los gritos coléricos de su madre hacia su madre se escuchaban desde su habitación. Nunca le había prestado mucha atención a lo que su madre decía, siempre se había mantenido con su mente oculta en las pinturas que llenaban su habitación, perdiéndose en ellas.
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Christopher se consideraba alguien bastante normal, era un estudiante promedio según su familia. Aunque sus amigos lo consideraban bastante inteligente. En muchas ocasiones la gente solía decirle que era demasiado ingenuo por querer ayudar a todos y ser bueno con los que le rodeaban, sin embargo, el joven no consideraba que aquel fuera ser ingenuo. Él solo estaba siendo una persona decente, cosa que en su país parecía ser visto como ser tonto o ingenuo, Christopher nunca había logrado entender el sistema de su país, por lo que simplemente se había dedicado a vivir sin cuestionar nada, solo siguiendo las reglas.
Últimamente había empezado a sentir que su vida estaba perdiendo todo el sentido.
¿Qué era lo que realmente siempre había anhelado?
Nunca había tomado la iniciativa de siquiera pensar en ello, no hasta que empezó a ver como el menor de sus amigos iniciaba aquella decadencia mental que no parecía llevarle a ningún lado positivo.
Para él no era difícil darse cuenta que por lo que pasaba su amigo no era un simple insomnio. Había una voz en su mente que le instaba a tocar a su amigo, pero Christopher sabía que el mostrar afecto físico no era el fuerte del rubio, por lo que cualquier acción haría que el menor no se sintiera cómodo a su alrededor.
Aunque últimamente aquella voz en su cabeza se volvía insoportable y se encontraba queriendo tocar al menor, Christopher se preguntaba si se estaba volviendo loco o aquello era su conciencia que le decía que el menor del grupo no estaba para nada bien.
Christopher siempre había confiado en sus instintos en cuento se trataba de sus familiares o amigos, no entendía muy por qué en esta situación se encontraba dudando tanto de preguntarle a su amigo que le sucedía.
Era como si toda la seguridad simplemente abandonara su cuerpo cuando notaba las ojeras y el visible cansancio en el rostro el menor. Los días trascurrían y la tortura para Hyunjin era cada vez más insoportable, era como si sus propios dibujos le odiaran.
- Hyunjin-ah – finalmente una soleada tarde de viernes, Christopher tomo la mano del menor para sacarle de lo que parecían ser tormentosos pensamientos.
La reacción de Hyunjin fue totalmente contraria a lo que normalmente solía pasar cuando Minho o Changbin buscaban la atención de menor.
- Ah, perdón Chris hyung, ¿qué sucede? – la tranquila respuesta de Hyunjin paralizo a los mayores. Puesto que este por lo general se asustaba y soltaba la mano de sus amigos. Pero esta vez por alguna razón cuando sintió el cálido contacto de la mano de Christopher, sintió como el alivio recorría su cuerpo y aquellos pensamientos tormentosos desaparecían de su mente.
- Vamos a comer ramen, ¿quieres? – la pregunta de Changbin fue simple, pero esperando una negativa del menor como de costumbre.
Nuevamente la respuesta del menor no dejo de sorprender a sus mayores, quienes ante el asentimiento del menor simplemente corrieron en busca del ramen, dejando a Christopher a solas con el menor de sus amigos.
Para Christopher quien solía ser tan observador aquella reacción del joven no había normal, él estaba acostumbrado a la rápida reacción del menor para evitar cualquier contacto físico.
- Ya vengo, los chicos van a olvidar que no puedo comer ramen picante – el mayor se levanto y corrió hacia la dirección donde Changbin y Minho habían desaparecido.
El de cabello rubio observo al mayor desaparecer por el arco del comedor escolar, aquella sensación de tranquilidad aun permanecía en su cuerpo, era mejor las pastillas que solía toma para la ansiedad.
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HALL OF FAME
FanfictionEscucha a la gente llamar mi nombre Aquí, estoy en el Salón de la Fama Devela el estruendo, huellas de una lucha Imprime una biografía Sacudiendo la industria Es una realidad Lo hacemos icónico