•| Capítulo I |•

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     Los rayos del medio día iluminaban cada rincón del reino de Xogriwen Enclave, un lugar oculto al sur, en las montañas habitado por miles de personas amables, con un rey sabio y justo, que era amado por todos, sin embargo nadie esperaba que muy pronto algo cambiaría la tranquilidad de ese reino.

Un joven de hermosos ojos color miel, se paseaba por los jardines del palacio con su capucha puesta. Se lograba escuchar un poco de intranquilidad a su alrededor, como si algo hubiese pasado, mas eso al no ser de su incumbencia prefirió retirarse, su labor del día hoy con el rey ya estaba hecha. Prefería salir al bosque a buscar materiales para su trabajo, que estar enterandose de chismes que no le correspondían.

Su andar era tranquilo, pasos ligeros y sin llamar la atención. Disfrutando del viento en su rostro mientras se escabullia entre los grandes árboles para lograr salir del palacio, aunque podría usar la puerta como una persona normal, en este momento eligió no tener interacción con los sirvientes del Rey.

Una vez fuera, se encaminó a zancadas largas hacia el mercado que comenzaba a instalarse frente al palacio. Las personas conversan entre ellas, preparando todo lo necesario para iniciar las ventas. El chico sonrió al ver a la señora Diana.

Diana era una mujer de la tercera edad que vendía jabones artesanales. Ella y su nieto de solo quince años se encargaban de poner su negocio lo más cercano al palacio, con la esperanza de juntar el dinero para la comida del día a día. La mujer lo notó y una enorme sonrisa apareció en su arrugado rostro.

—¡Star! —la mujer saludó, extendiendo los brazos. El nombrado no esperó más y se acercó a darle un abrazo, siendo correspondido al instante.

—Señora Diana, un gusto verla otra vez —susurró. La mujer dio un fuerte apretón antes de soltarlo, sonriéndole.

—Querido, Star. Hace mucho que no nos hemos visto. Te desapareces por mucho tiempo —el reclamo estaba presente en la genuina preocupación.

—No se preocupe por mi, señora. Solo estoy trabajando a las afueras del pueblo —su cálida mano acarició la mejilla de la mujer mayor—. Ya sabe, necesito material para hacer las joyas del Rey —susurró. Diana era a la única persona que le había tenido la confianza de contarle sobre su profesión.

—Lo entiendo. Pero debes tener cuidado, se dice que a las afueras existen criaturas muy peligrosas. Y aunque el Rey quiera vender la idea de que nada de eso existe, yo sé que sí —el hombre río, asintiendo con la cabeza, sin intenciones de discutir.

—Tiene razón. Tendré mucho cuidado, se lo prometo —la mujer pareció conforme con sus palabras. Le tomó el brazo y ambos caminaron hacia el puesto que el niño terminaba de instalar. Este chico solo saludó con un movimiento de cabeza.
La charla comenzó, entre cosas triviales. La mujer tenía mucho que contar después de un año entero sin haberse visto en absoluto. Y el apodado Star, escuchaba atentamente. Sonriendo con dulzura.

℘Detrás Del Ojo De Ámbar℘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora