Una receta para el corazón

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Cuando Felipe llegó al departamento de Clara ella ya estaba lista y había sacado todos los ingredientes que necesitaban para su plan de la noche. Felipe le había contado a Clara su afición por la cocina, y este le prometió que la próxima vez que la viera le iba a cocinar algo, ese momento había llegado, hoy Felipe le enseñaría a Clara a hacer pizza. Al abrir la puerta, lo recibió con una sonrisa radiante, llevándolo directamente a la cocina. El aroma de albahaca fresca llenaba el ambiente, dándole un toque especial a la velada.—¡Hola, chef! —exclamó Clara, dándole un beso en la mejilla. Antes de comenzar Clara se dirigió a su tocadiscos y puso el disco debut de soda estéreo. -¿Por dónde empezamos?- Le dijo volviéndose hacia el.

Felipe, sintiendo el calor de su beso, sonrió se puso manos a la obra. Le explicó paso a paso cómo preparar la masa. -¡Esto es más divertido de lo que imaginaba! —dijo Clara, con las manos llenas de harina.—La cocina siempre es divertida cuando tienes buena compañía- Respondió Felipe, dejándole un beso en la coronilla, ella rió.

Cuando finalmente estiraron la masa y comenzaron a colocar los ingredientes, la conversación fluía tan naturalmente como el vino que habían abierto. En el tocadiscos sonaba "Trátame suavemente" cuando Felipe la rodeó con sus brazos para ayudarla a extender la salsa sobre la masa, sus cuerpos estaban tan cerca que podían sentir el latido del otro. Clara, sintiendo el aliento de Felipe en su cuello, giró la cabeza y se encontraron en un beso tierno, interrumpido solo por el sonido del temporizador del horno.

Ambos se rieron, un poco sonrojados, y colocaron la pizza en el horno. Mientras esperaban a que se cocinara, se sentaron en el sofá, continuando su conversación. Las palabras fluían entre risas y miradas cómplices, hasta que la tentación se hizo irresistible y volvieron a besarse, esta vez con más intensidad. El aroma de la pizza lista los sacó de su burbuja. La sacaron del horno, y Felipe la cortó en porciones, sirviendo cada pedazo con cuidado.—Esta increíble Feli! —dijo Clara, tomando un bocado. Felipe la miró con ternura.

Después de cenar, decidieron ver una película en el sofá, pero el cansancio y el calor del momento los vencieron. Felipe rodeó con su brazo a Clara, y ella se acurrucó a su lado, ambos sintiéndose más cerca que nunca. Con un último beso suave, Felipe susurró -Me encanta estar con vos, no me podría imaginar una noche mejor- Clara completamente ruborizada, se aferró a Felipe y volvió a besarlo, la película estaba pasando totalmente desapercibida, y Clara se había olvidado completamente lo sucedido en el café con Fran.

Mientras sus besos se hacían más profundos y apasionados. Felipe deslizó sus manos por la espalda de Clara, atrayéndola más hacia él. Clara, le correspondió sentándose a horcajadas sobre él, sus cuerpos enredándose unidos por un beso, que reflejaba el amor que sentían el uno por el otro, podrían vivir así para siempre. Envueltos en la calidez de sus cuerpos dejaron que la noche siguiera su curso, explorando cada rincón de sus deseos.

A la mañana siguiente Clara se despertó con el sonido de su alarma, y luego de apagarla estiró un brazo buscando el cuerpo de Felipe, Clara se alarmó, estaba sola, desnuda en su cama ¿Felipe se había ido así sin más? Busco algo para ponerse y salió de su habitación, para buscarlo en el departamento, pero su angustia no duró mucho cuando al llegar a la cocina vio a Felipe preparando el desayuno. -Buenos días, se despertó la bella durmiente- Clara sonrió aliviada y se acercó a abrazar a Felipe.

Desayunaron juntos, pero lamentablemente Clara tenía que ir a cursar ese día, así que luego de arreglarse Feli la llevó hasta la facultad. Al llegar se despidieron con un beso y Clara bajó del auto. Para su mala suerte no pudo concentrarse ni un minuto en toda la mañana, su cabeza daba mil vueltas, y la culpa la comía, pensaba en Felipe, en todo lo que había pasado la noche anterior, había empezado a encariñarse fuertemente con el. Pero Fran, había algo, no sabía si era la fantasía de cumplir sus deseos de adolescente, o algo en el hecho de que sabía que lo que estaba haciendo estaba mal, pero ¿Por qué se sentía tan bien?

Saliendo de la facultad llamo a Maia y le rogó para que se encuentren en algún lugar, necesitaba hablar con su amiga de manera urgente o la culpa la iba a comer. Maia y Clara se encontraban ahora en su restaurant favorito, Maia escuchaba el relato de Clara totalmente incrédula, viniendo de Clara todo lo sucedido era súper extraño, Clara era ese tipo de chicas que creían en la frase "monogamia o bala", no las que jugaban a dos puntas. Cuando Clara terminó su relato, Maia entendió que por su cara su amiga estaba siendo comida por la culpa, por lo que mirándola de manera comprensiva le dijo -Clara, uno no elige de quién enamorarse y a veces los sentimientos son confusos, no te castigues, date tu tiempo, todos tenemos momentos de confusión. Permitite conocerlos a los dos y después vez que haces- Clara se sentía aliviada, saber que alguien creía que no estaba mal lo que hacía la dejaba más tranquila. -No quiero lastimar a nadie Mai, ese es mi otro miedo- Maia había pasado varias veces por la situación de su amiga, así que la comprendía completamente.-Si comunicas bien las cosas, no vas a lastimar a nadie, pero permitite experimentar Clara.

Clara asintió, sintiendo que el peso en su pecho se aligeraba un poco. Las palabras de Maia eran justo lo que necesitaba escuchar. Ahora sentía que podría manejar la situación. Y así, con el apoyo incondicional de su amiga, Clara decidió que se tomaría el tiempo necesario para explorar sus sentimientos y conocer tanto a Felipe como a Fran. No quería apresurarse ni tomar decisiones impulsivas. Tenía que escuchar a su corazón y serle fiel a su instinto.

Amor en cada esquinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora