Capítulo 9: Tenemos que ir.

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Lewis estacionó su auto y bajó elegantemente de este. Checo solo lo observaba de lejos, mas no sonrió, estaba muy cansado para esta reunión.

Alzó la mano en un saludo falso subiendo un poco sus labios en forma de sonrisa, que parecía una mueca. Se pasó a sentar en las pequeñas sillas de afuera. – ¿De dónde sacó que la iba a adoptar? – Se tapó la cara mientras subía sus pies a la mesa.

– Hola, corazón. – Hamilton puso su chaleco en el asiento de enfrente mientras él se sentaba en el regazo de Sergio.

– Hola.

– Uy, luces cansado cielo. – Se acercó a darle un pequeño beso. – ¿Un tequila? – Se agachó a recoger algo de su bolso.

– El mio doble.

– Se está preparando. – Abrió una caja de donde salió una campana. Sergio solo lo miraba con confusión, hasta que el ruido se hizo presente.

– ¡Charles! – Ding, Ding, Ding. – ¡Charles! – Siguió tocando la campana y regresó a ver a su pareja. – ¿No te encanta? Justo lo que necesitamos en esta casa. ¡Charles!

Al ver que el nombrado se acercaba, guardó la campana con la misma delicadeza con la que la sacó. Charles tenía una cara de incredulidad, mientras alternaba su mirada entre Checo y aquel hombre.

– ¿Si, diga?

– Dos tequilas por favor? – Le dió un beso en la frente a Sergio. – Y para el señor Pérez, uno doble.

Charles alzó las cejas mientras sonreía irónicamente. – Charles, piedad. – Su tono cambió por completo. – Ya me dió migraña. – Se señalaba a sí mismo.

Charles solo asintió de manera comprensiva y se fue para el bar de la casa a preparar todo.

– Ya se lo dije.

– ¿Enserio? – Empezó a masajear un poco los hombros de Checo. – ¿Y?

– Se puso como loco, empezó a gritar en neerlandés. – Lewis se fue parando para ponerse tras de él. – ¡Ni siquiera sabía que hablara neerlandés! –Su voz se escuchaba cansada. – No sé qué tiene.

– Ay, chequito. – Lewis le estaba masajeando los hombros de forma correcta esta vez. – Su reacción es muy natural, cielo. Cree que papá se casará con una colegiala. Yo me preocuparía si hubiera actuado de otra forma. – Rodeo sus brazos y se apegó más a él. – Escucha, ¿por qué no hablo con ella?

– Eh, creo que está algo sensible por la noticia.

– Por eso debo hacerlo, es momento de romper el hielo. — Le repartió múltiples besos y luego desabotonó su camisa. – Abre tu camisa, adoro ver tu pecho.

Sergio solo le quedó viendo raro mientras regresaba a ver a su pecho para tomar la camisa un momento. Que raro.



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Juego de Gemelos (Chestappen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora