Capítulo 16: Epílogo

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Checo llegó pitando el claxon del jeep, avisando que ya había llegado.

Los ladridos de Leo no esperaron y un rubio de ojos azules salió con una sonrisa por volver con sus hijos.

– Hola. – Sus manos pararon en la barandilla. – ¿Volvieron ya? – Se suponía que serían tres días, pero solo duraron una noche. – ¿Se divirtieron?

– Pues si, tuvimos un poco de diversión. – Pato, quien llevaba un buzo naranja, saltó del coche para empezar a sacar el equipaje.

– ¿No? – El tono sarcástico de su hijo le estaba diciendo algo.

– Estaremos castigados hasta el año dos mil. – Ollie se arremangó su buzo rojo mientras hacía lo mismo que su hermano.

– No, desde hoy. – Checo solo agarró lo suyo y caminó hacia Max. – Andando.

– ¿Dónde está Lewis? – Max acarició la cabeza de su pequeño Pato.

– Le jugamos un par de bromas inofensivas y el pobre se quedó traumado.

– Imagínate. – Checo subía un poco rápido viendo que sus niños se refugiaban en el otro mayor. – Me arrojó esto a la cabeza. – Mostraba un hermoso anillo de compromiso. – Es más pequeño que la secadora.

El rubio se mordió el labio antes de decir algo. – Ay, Checo. Todo esto es mi culpa. – Puso su mano en su mejilla mostrando un tono arrepentido. – Si yo no hubiera sugerido que él fuera...

– Me engañaste, lo hiciste consciente. – A pesar de eso, solo le sonreía a aquel rubio. – De tal palo, tal astilla. – Igualmente miró a los gemelos.

– De verdad, lo lamento.

– También nosotros. En serio.

– Si.

– Suban a su habitación. Ahora.

Cabizbajos, ambos fueron suspirando hacia el piso de arriba.

– Algún día voy a agradecerles.

Max regresó a ver sorprendido por aquellas palabras y después de analizarlo un poco, le dió una cálida sonrisa.

– ¿Dónde está Charles? Muero de hambre.

– Pues... – El neerlandés se apoyó en la barandilla junto al pecoso. – Él y Carlos se fueron de camping a mediodía, ayer.

– ¿En serio? – Max rió ante la cara de Sergio. – ¿Quién lo hubiera dicho? Mi niñero y tu mayordomo. – Unos segundos después y se le ocurrió una idea maravillosa. – ¿Qué te parece si preparo de comer?

– ¿Cocinas?

– Claro. Sé preparar pasta, y pasta, y... Pasta.

– La pasta es deliciosa.

– Pasta será.

Ambos se miraron a los ojos con sonrisas enamoradas, al parecer esos sentimientos no se habían borrado del todo.



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Juego de Gemelos (Chestappen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora