Capítulo 11: Reunión

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– ¡Patricio Pérez! – Max caminaba furioso por los pasillos mientras trataba de mantenerse en pie. Ambos niños salieron al mismo tiempo de las habitaciones a los costados de Max. – No me hagan esto, ya estoy viendo doble.

– Soy yo papá, Ollie. – Se encontraba en su lado izquierdo con unos pantalones blancos y una chaqueta del mismo color.

– Oh, cielo. – Max lo abrazó mientras le daba unas palmaditas en la espalda. – Estas guapisimo. – En eso, Pato se acercó también para poder unirse al abrazo. – Mis niños, no puedo creer que estén juntos. – Su cara hizo un puchero mientras fingía enojo. – ¿Cómo es que se atrevieron a engañarme?

– Disculpa, siento interrumpirlos. – Charles salió de la habitación del lado izquierdo mientras guiaba a los niños y a su padre al cuarto de enfrente. – Pero, ¿podrían continuar esto en su habitación? – Regreso a ver al mayor por primera vez directo a los ojos. – Hola, tal vez ya te olvidaste de mí.

– ¡Charlie! – Max lo abrazó y le dio un pequeño beso en la mejilla.

– Posiblemente me echó de menos. – Charles dijo en un tono presumido mientras cerraba la puerta.

– Uno de ustedes. – Max caminaba de un lado a otro mientras los gemelos estaban sentados uno al lado del otro con caras regañadas. – No estoy seguro de cual ahora mismo, pero uno de ustedes me dijo que su padre sabía que yo llegaría a este hotel, hoy. – Plantó una voz firme que dejó de los nervios a los hermanos. – Y debo decirles que el hombre que vi en el elevador no tenía la menor idea de que estuviéramos en el mismo planeta, mucho menos en el mismo hotel.

– ¿Te lo encontraste? – Ollie se sintió muy nervioso, por lo que cruzó sus brazos y los puso entre sus rodillas.

– Solo lo ví. – Max soltó un quejido mientras se recostaba en el sillón de enfrente. – El hombre se puso totalmente pálido, como si hubiera visto al mismísimo fantasma de Canterville. – Ambos niños se miraron el uno al otro en arrepentimiento. – ¿Podrían traerme algo frío para la cabeza?

Ollie se levantó rápidamente en busca de agua y una toalla para poner en la frente de su padre.

– ¿No pensaron en que me encontraba nervioso por reencontrarme con su padre después de estos años? Pues dejenme decirles que no me imaginé que yo estaría tambaleandome como un idiota – Pato hizo una mueca y soltó un suspiro de frustración antes de que su padre continuara. – observando como Sergio estrechaba entre sus brazos a otro hombre. – Recibió la toalla y se puso en la cara. – No era exactamente lo que tenía en mente. No señor.

Carlos iba en un traje de baño tipo calzoncillo mientras sostenía sus gafas para el agua, su toalla y en su cabeza sus lentes para sol. Además pasó como si nada silbando.

Max soltó un grito ahogado que hizo parar en seco a Carlos. – Carlos, ¿qué está haciendo?

– Me daré un chapuzón, ¿le importa? – Pato solo atinaba a aguantarse la risa con la escena.

– No, no, no, no. Es perfecto. – Max balbuceaba por los nervios. – Vaya a divertirse.

El mayordomo se iba retirando pero se topó con cierto trabajador doméstico.

– ¿Qué tal? – Charles usó una voz coqueta mientras veía de arriba a abajo el cuerpo del otro.

– Hola, ¿cómo le va?

Pato regresó a ver – Triunfó el amor, tal vez no el de mis papás pero vamos progresando.

– Charlie, él es nuestro mayordomo Carlos.

– Yo soy su mayordomo. – Charles trató de impresionar aunque sea un poco.

Carlos le agarró la mano derecha y la levantó para darle un beso. – Un plaisir, monsieur.

Juego de Gemelos (Chestappen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora