thanks Dad

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Manjiro

Como había anticipado, Yuki llegó justo para la hora de la cena. Yo ya la estaba esperando en su habitación, inmerso en la lectura de uno de los muchos libros que adornan su librero. El silencio de la habitación fue roto por el suave golpeteo en la ventana. Alzando la vista del libro, la vi: empapada de pies a cabeza, Yuki estaba parada en el marco de la ventana, con la mirada clavada en su cama. A pesar de estar mojada, lo que más me inquietó fue la oscuridad en sus ojos. No era tan intensa como cuando tiene sus impulsos oscuros, pero definitivamente había algo mal. Shiro y Kuro, sus sombras inseparables, habían estado con ella todo este tiempo.

La observé durante unos segundos antes de hablar.

Mickey: Pensé que ya no te ibas a escapar —dije con tono relajado, esperando que la broma rompiera el hielo. Ella me miró casi de inmediato, pero su respuesta fue un murmullo inaudible. Entró completamente a la habitación, las gotas de agua goteando de su ropa mojada.—Ve a cambiarte, te vas a resfriar, si es que no lo estás ya —le dije, volviendo mi atención al libro en mis manos.

Yukime: Sí... —respondió en voz baja, mientras se dirigía al baño.

Suspiré, cerrando el libro y dejando que mis pensamientos se desviaran por un momento. Tomé mi teléfono y marqué a los demás, sabiendo que estarían esperando noticias. No tardaron en contestar.

Llamada de grupo "Bonten"

—Ya llegó, pueden volver —informé.

Las respuestas llegaron de inmediato, rápidas y concisas.

—Hai.
—Sí, mi rey.
—Ok.
—Ya.

Fin de la llamada

Guardé el teléfono en mi bolsillo, me levanté y me dirigí a la puerta de la habitación. Llamé a una criada, que apareció casi de inmediato, inclinándose en señal de respeto.

Criada:¿Necesita algo, señor? —preguntó.

Mickey:Preparen algo para que Yuki coma —ordené con firmeza.

Criada: Sí, señor. Enseguida lo traigo.

La criada se retiró y yo volví al interior de la habitación, esta vez encendiendo la luz. Unos minutos más tarde , regresó con una bandeja de comida para Yuki, colocándola sobre la mesa de centro cerca del sofá antes de retirarse de nuevo en silencio. Me quedé mirando la comida por un momento, pensando en lo que había dicho Yuki antes de irse al baño. Había algo en su voz, una tristeza contenida.

Cinco minutos después, Yuki salió del baño, ya duchada y con ropa seca, aunque su cabello aún estaba húmedo. Me acerqué a ella con una sonrisa suave.

Mickey:Pedí que te trajeran algo de comida —le dije, señalando la bandeja.

Yukime: No tengo hambre... —respondió, bajando la mirada.

Mickey: No me importa. Tienes que comer algo —le dije con suavidad, pero firme. La hice sentarse en el sofá, y luego fui por una toalla para secarle el pelo—. Me dijeron que llevas días sin comer.

Yuki no respondió, pero su silencio decía más que cualquier palabra.

Suspiré mientras seguía secándole el pelo, tratando de encontrar las palabras correctas. Quería que supiera que me importaba.

Mickey:Cariño, sé que estás sufriendo, pero tienes que comer algo. Por favor...

Finalmente, Yuki levantó la mirada, sus ojos llenos de una mezcla de dolor y frustración.

Yukime:¿Sabes lo que pasó? —preguntó, su voz llena de amargura—. ¿O te contaron lo que todos creen?

La miré, confundido.

La hija del rey: La Tragedia Que Pudo Evitarse (Editado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora