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Capitulo 2

By Isabella

Había pasado una muy mala noche, apenas había logrado dormir solo dos horas, estaba sumamente nerviosa pues de cierta manera estaba por dejar toda mi vida y a todos los que conocía atrás pero eran mis sueños e iría por ellos, eran las cinco de la mañana cuando me levante porque aunque hubiera querido permanecer en cama seguramente ya no habría podido volver a dormir, me frote los ojos y estire los brazos bostezando mientras me dirigía al baño para tomar una ducha, cuando salí note que tenía un mensaje de texto, era de mi madre quien como de costumbre no se encontraba en casa.

Abrí el mensaje: _ Bernardo te estará esperando fuera de casa a las 8:00 en punto, no tardes recuerda que tu vuelo sale 9:30 a.m. , suerte Isabella.

Me quedé mirando ese frío mensaje, después de tantos años aun no me acostumbraba del todo a esa manera tan desinteresada que tenía mamá para tratar cualquier tema referente a mi, éramos dos completas extrañas, me senté a la orilla de la cama con la bata aún puesta y el móvil en las manos leyendo una y otra vez el mensaje sintiendo como ese vacío que conocia bastante crecía en mi pecho apreté el móvil con mi mano, el coraje me había invadido y comencé a gritarle.

_Suerte?, suerte?, yo no necesito que me desees suerte, yo te necesito aquí, conmigo carajo, aunque fuera una maldita vez en tu vida mamá. Arroje el móvil sobre la alfombra que lo protegió de que se rompiera, me levanté y comencé a vestirme aún enojada.

Quien era ella para desearme suerte. Jamás había ido a ninguna práctica, a ninguna presentación, yo no necesitaba suerte, no creía en ella. No necesitaba de sus buenos deseos porque el lugar que tenía en la compañía yo me lo había ganado a base de esfuerzo, de trabajo duro, de empeño, de largas horas de práctica, de lesiones pero todo eso Dairine no lo sabía porque simplemente no le interesaba para ella solo perdía el tiempo.

Pronto yo estaría haciendo mi propia vida cumpliendo mis sueños y en unos años estaría viajando por todo el mundo siendo parte de la mejor compañía de danza clásica de Alemania y a mi tampoco me importaría la vida de mis padres, así que se podía ahorrar los deseos.

Una vez vestida con jeans, una playera blanca, una sudadera gris y unos zapatos deportivos, recogí el móvil, tome mis maletas y abrí la puerta de mi habitación para salir pero me detuve en el umbral para dar un último vistazo a ese lugar que había Sido testigo mudo de tantos momentos tristes o felices, de largas noches llorando sola, de las pijamadas con las chicas de la compañía, ese gran espejo frente a mi cama que había Sido espectador de ensayos interminables hasta lograr las figuras perfectas , sentía tanta nostalgia de despedirme de aquella habitación que era más importante de lo que era mamá en mi vida y tenía la extraña certeza de que esa era la última ocasión que vería aquel lugar, sonreí con un nudo en la garganta y lágrimas en los ojos porque podía ver a la pequeña Isabella brincando en aquella cama.

_ Adiós pequeña Isabella!!!

Me despedía de todos mis recuerdos de la infancia que estaban guardados en aquel lugar cerrando la puerta. Ahora comenzaría una vida nueva y sería feliz.

Sali de casa y ahí estaba Bernardo el asistente de Dairine, dentro del auto que usaba mamá cuando estába en Los Angeles, mire mi reloj y eran 7:58 a.m. gire los ojos pensando en lo puntual que era aquel hombre, por algo era el único que habia durado más de nueve años con Dairiene la mayoría de sus asistentes personales no duraban mas de dos o tres meses y no por incompetencia como decia ella, pues tenia un carácter sumamente fuerte, era exigente hasta donde mas, perfeccionista hasta el extremo y no soportaba la impuntualidad. Todas eran buenas cualidades en una mujer empresaria como lo era mamá pero para ella no había términos medios, era extremista al menos cuando algo le importaba.

Der Rote Engel Und Der Wolf Von Plagwitz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora