Solo un sueño fue suficiente para desestabilizar el corazón de Max, y darse cuenta que tal vez, Bradley le afectaba más de lo que estaba dispuesto admitir.
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- 𝐅𝐀𝐍𝐅𝐈𝐂𝐓𝐈𝐎𝐍 𝐚𝐧 𝐞𝐱𝐭𝐫𝐞𝐦𝐞𝐥�...
Nota: Este extra se remonta una semana antes, en la parte I y II.
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Extra 01. I'm caught up in you. But you're untouchable.
—Bradley.
Max.
Su nombre resonaba en mi mente como un eco constante. Era lo único en lo que podía pensar, incluso cuando intentaba apartarlo de mis pensamientos.
Me sentía molesto, frustrado. Había hecho todo lo posible para ganarle, incluso recurriendo a tácticas inmorales y sucias, pero ni siquiera así parecía importarle lo más mínimo.
¿Por qué no me odiaba y me lo decía en la cara? ¿Por qué estaba tan tranquilo al respecto? ¿Tan insignificante era para él que ni siquiera me prestaba atención?
«Novato infeliz».
No me quedaba nada: ni mis amigos, ni mi popularidad. Todo el trabajo de dos años se había esfumado como pólvora por ese estúpido.
Aquel estúpido que rechazó la idea de ser amigos, aquel estúpido novato que no salía de mis pensamientos.
Aquel estúpido que me provocaba cosas que jamás pensé que sentiría. Aquel que me hacía levantarme de madrugada y obligarme a darme largas duchas para despejar mi nublada mente.
Sacudí la cabeza. «Pensar hoy es una pésima idea».
No iba a negarlo, me gustaba estar rodeado de chicas. Disfrutaba de la atención, era un hecho. Una buena apariencia, grandes genes y el dinero eran la verdadera escalera piramidal en la sociedad, y lamentablemente para muchos plebeyos, yo estaba en la cima. Sin importar si ya no era popular, era un hecho que nadie podía negar o cuestionar.
No obstante, existían otros individuos que, a pesar de no tener todo lo mencionado anteriormente, eclipsaban la atención sin ningún esfuerzo.
Tenía un no sé qué que te volvía loco.
Y ese era Max Goof.
Uno de los chicos más idiotas que había conocido, con su risa ridícula que parecía odiar, pero que a mí me causaba el efecto contrario. Había algo en él que rompía todas las barreras que había construido alrededor de mí, algo que me hacía desear acercarme aunque mi orgullo gritara en contra.
Era como si todo lo que creía saber sobre mí mismo se desmoronara ante su presencia.
Miré mi reflejo en el espejo, ajustando la camisa y pasando una mano por mi cabello perfectamente peinado. Todo tenía que estar en su lugar, tenía que ser perfecto.
Tomé un último respiro, dejando que el aroma de mi fragancia exclusiva llenara mis sentidos, y salí de mi habitación decidido a enfrentar la noche. Pero en el fondo, sabía que no importaba cuánto me esforzara por mantener esa fachada impecable y con cuántas chicas me rodearan, mi mente siempre volvería a Max.
