CAPÍTULO 4.

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Historia creada, sin fines de lucro, para una actividad en el grupo de Facebook: La Morada Mística.
Los personajes pertenecen a Nagita & Igarashi.
Las imágenes fueron tomadas de la red.
Los tiempos y lugares fueron adaptados según lo necesitaba la historia.
El fic es completamente de mi autoría, no se acepta su reproducción parcial o total en ninguna plataforma o red social sin mi autorización.

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Quiero parar, en verdad lo intento, pero estoy fuera de control. Los temblores se apoderan de mi cuerpo. Escucho el llamado de Emily, pero yo sólo puedo mirar hacia el frente y negar una y otra vez. Mis ojos no quieren ni parpadear. Viene hacia mí, es lo único que noto, y me toma por los hombros.

--Señorita, cálmese por favor. -Me pide con su dulce voz.

Me aferro a sus antebrazos y lo observo con mirada ávida, dejando que mis lágrimas fluyan y corran libres por mis mejillas. No me guardo nada, y no me importa, pues no puedo creer este momento. Tenía que tocarlo para saber que era real, que no era producto de mi imaginación. Antes de poder hacer algo más, él me atrae a su cuerpo y me abraza, como queriendo controlar los espasmos que me sacuden. Me aferro a su espalda y sigo llorando hasta que las lágrimas comienzan a remitir.

No sé si fueron horas o minutos, pero entre sus brazos me siento segura. Estoy exultante de felicidad y emoción que ya no sé qué pensar o sentir, tan sólo disfruto de su cercanía, de su tacto, de su olor... Huele a medicinas y alcohol, pero también a él, su esencia es inconfundible. Cuando finalmente he parado de llorar, me va separando y toma mi mentón entre sus dedos, mirándome con preocupación.

--¿Está bien? -Indaga.

Lo miro con tanto amor y ansias, esbozo una tímida sonrisa y asiento.

--Gracias. -Digo con la voz ronca, consecuencia de los gritos y el llanto anterior.

--Creo que debe sentarse. -Me dice mientras me acerca a una silla. Miro a mi alrededor y noto la presencia del doctor Julien y de Emily, justo en la entrada de la puerta. -Iré a prepararle un té, le hará bien. -Comenta y se aleja del consultorio.

Me siento tentada a tomar su mano y no dejarlo ir. Temo que se vaya y no vuelva más, y no pueda verlo otra vez. Me aterra estar soñando o imaginando cosas y que sea un primer síntoma de locura, sabiendo que dejaría a mi hijo solo.

--Patty... --La voz de Emily me hace girar hacia ella.

La miro, y los ojos se me cargan de lágrimas, otra vez. Hay una pregunta tácita en su mirada y la entiendo perfectamente. Asiento y dejo que más lágrimas fluyan. Ella se acerca y me abraza con mucho amor, lo puedo percibir.

--Señorita O'Brien. -Llama el doctor. -¿Se siente usted bien?

--Sí, doctor, lamento la escena... Es sólo que Emily mencionó a Stear y yo pensé que mi hijo...

Cuando levanto mi mirada para ver al médico, me doy cuenta de que ha atado cabos. Era imposible no hacerlo. El parecido entre mi hijo y él es casi idéntico, con la diferencia de edades, claro está. Ahora Stear no trae gafas, pero, sin duda alguna, una vez que se las ponga, no habrá margen de duda respecto a la paternidad de mi hijo.

--El paciente padece amnesia. -Me dice el galeno sin externar nada más. Mis ojos se abren ampliamente y me mente capta el mensaje. -Sufrió una herida de bala muy cerca del corazón y su avioneta se desplomó. Estuvo entre la vida y la muerte. Fue un milagro que no muriera por el impacto del aeroplano. Fue rescatado por los Wayana y lleva todo este tiempo viviendo con ellos. Nadie lo conocía, por eso le pusieron por nombre "aa'in" que significa alma, corazón... Él es un gran apoyo para la tribu. Trabaja hombro con hombro a su lado y se dedica a ayudar a todas las personas que conoce. Definitivamente su nombre está bien puesto, él es todo corazón.

DESPUÉS DE LA GUERRA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora