CAPÍTULO 1

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Historia creada, sin fines de lucro, para una actividad en el grupo de Facebook: La Morada Mística.
Los personajes pertenecen a Nagita & Igarashi.
Las imágenes fueron tomadas de la red.
Los tiempos y lugares fueron adaptados según lo necesitaba la historia.
El fic es completamente de mi autoría, no se acepta su reproducción parcial o total en ninguna plataforma o red social sin mi autorización.

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1919.

La fresca brisa invernal golpea mi rostro; los nubarrones en el cielo anuncian la llegada de una típica tormenta de temporada. Cierro los ojos y disfruto del momento, de su presencia, de su nostalgia... Un disfrute a medias.

Hacía cinco años que para mí nada era igual... Cinco años en que nos habíamos separado; cinco años en que lo perdí para siempre; cinco años en que mi corazón se quebró eternamente... Bueno, casi...

FLASHBACK.

1914.

-¿Por qué haces esto? -Grité habiéndolo sorprendido guardando una hoja dentro del tronco hueco que era nuestro buzón secreto, hoja que, sin intención, alcancé a leer. Él se giró hacia mí sorprendido y con ojos atribulados.

-¿Qué... qué haces aquí? Sabes bien que te puedes buscar un problema por estar a solas conmigo, si nos encuentran... -Trató de hablar, pero lo interrumpí.

-No evadas mi pregunta. Responde. -Exigí. Me sorprendí a mí misma al hacerlo.

Lo vi tensar su mandíbula y guardar la hoja en el bolsillo de su pantalón. Elevó su mirada hacia mí y, con voz firme, dijo:

-No lo entenderías. Son... son cosas de hombres.

Me sentí enormemente ofendida con su respuesta, nunca pensé que él tuviera esos pensamientos tan arcaicos, creí que era... diferente. Elevé mi mentón y, con el poco aplomo que me quedaba, me di la vuelta, sin mirarlo. Esa noche no dormí bien, teniendo pesadillas debido a lo que había leído en su nota.

Una semana después del incidente, todos volvíamos a América. Él iba en el barco, pero en ningún momento se dignó a hablarme, sin embargo eso no me importaba, yo iba inmensamente feliz. Al menos me sentía más tranquila por alejarnos de la horrible situación que se estaba desarrollando en Europa.

Pasado un mes de llegar a América, nos volvimos a reencontrar en el teatro. Verlo fue la emoción más intensa que pude sentir, tanto que el coraje anterior se disipó de inmediato. Hablamos y nos reconciliamos por el mal momento que habíamos tenido.

Estuvimos frecuentándonos por varios meses. Platicábamos y pasábamos largas jornadas juntos, riendo, imaginando el futuro del mundo, los inventos, los avances... Con él todo era tan sencillo, tanto como lo fue nuestra primera vez...

Un día, una inesperada tormenta invernal impidió mi salida de su hogar, así que no tuve otra opción que quedarme en su casa como invitada. Había tanto frío que nos quedamos hasta muy tarde frente a la chimenea del salón, tomando chocolate, bromeando y platicando de cosas triviales. Pasada la media noche, me acompañó a mi recámara; como todo un caballero se quedó fuera de ella mientra yo ingresaba, al mirarlo a los ojos, pude ver una gran tristeza en ellos, mi corazón se compungió, y quise, de la manera en que fuera, quitar esa expresión de ellos. Sin pensarlo, y olvidando el decoro, lo abracé por la cintura y dije las palabras más sinceras que jamás haya podido decir: "Te amo".

No sé si fue el corazón, la emoción o el demonio de la lujuria pero, derribando sus defensas, y las mías, me tomó entre sus brazos y se quedó en mi habitación. Me hizo el amor de una manera suave y delicada. Todo fue como un sueño entre nubes de algodón: sus caricias, toques, besos, su cuerpo sobre el mío... En ese momento éramos uno, él mío y yo de él... Su calor me cubrió el cuerpo y el corazón.

Dicen que los mejores momentos se quedan para siempre, y este fue mi caso, a la mañana siguiente, él se había marchado, dejándome el corazón roto y sueños inconclusos que jamás volverían.

FIN DEL FLASHBACK.

Cinco años y aún duele. El cuadro parisino se ve espléndido en esta fecha. Mis ojos están clavados en los alrededores del lugar, teniendo como paisaje el majestuoso Río Sena, con la torre Eiffel de fondo.

Imagino a mi pequeño intentando bajarse, para correr libremente por el lugar. Jamás hubiera imaginado que esa noche de amorosa y pasional entrega, una nueva vida estaría formándose para luego crecer en mi interior, vida que me dio fuerzas para continuar sin él tras la fatal noticia que sacudió mi vida colosalmente.

Mis padres, al enterarse de mi situación, me dejaron, "amorosamente", al cuidado de mi abuela para ocultar mi deshonra.

Ahora estamos en Francia. Merry, una vieja amiga de Nany (sobrenombre que le he dado a mi abuela) nos recibió con alegría y emoción, pues vivía sola. Ella ha cuidado de nosotros a costa de todo.

El olor de la guerra aún está vigente. La tristeza se palpa en el aire. Aunque hubo un "ganador", para mí nadie ganó con esta idiotez. Gente rica mandando desde arriba, con sus órdenes inmutables, siendo ejecutadas por hombres que arriesgan la vida por nada, que matan al prójimo para saciar la sed de poder de los más acaudalados... Bajezas con trajes de gala, escoria de la sociedad en las altas urnas...

El viento frío vuelve a traerme a mi realidad y la caída de las primeras gotas me hace estremecer. Hace un mes viajé a París. La guerra acabó hace un año y, aunque mi abuela se resistió un poco, aceptó viajar conmigo.

Deseo empezar una nueva vida, y eso es lo que haré; me he enlistado en un hospital como voluntaria para cuidar y apoyar a los soldados y heridos de guerra... Se trata no sólo de sanar sus cuerpos a través de rehabilitación, sino sus almas por medio de la inclusión a la sociedad, de hacerlos sentirse útiles.

Me pongo de pie, abriendo el paraguas, para volver a mi hogar y a mi hijo, un pequeño clon de su padre, en todo. Mis pasos ya no son vacilantes, ahora son seguros. La vida me enseñó, duramente, a tomar lo que me da en el momento, porque mañana... mañana puede no existir...

DESPUÉS DE LA GUERRA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora