DESPUÉS DE LA GUERRA.

CAPÍTULO 7.

Historia creada, sin fines de lucro, para una actividad en el grupo de Facebook: La Morada Mística.
Los personajes pertenecen a Nagita & Igarashi.
Las imágenes fueron tomadas de la red.
Los tiempos y lugares fueron adaptados según lo necesitaba la historia.
El fic es completamente de mi autoría, no se acepta su reproducción parcial o total en ninguna plataforma o red social sin mi autorización.

Todo está sucediendo tan rápido que no lo puedo creer. Stear pidió mi mano a mi Nany el mismo día en que recuperó la memoria y hoy, dos semanas después, con una licencia militar especial, estamos unirnos en matrimonio.

Ese día nos reunimos con nuestro pequeño hijo y él le explicó todo de una manera fácil y suave. Mi bebé es muy inteligente, así que no tardó en comprenderlo. Es como si lo hubiera conocido en toda su corta existencia. Lo abrazó, besó, jugaron y, al final, se quedó dormido en sus brazos. A pesar de mi insistencia, se negó a quedarse en la casa, para guardar mi reputación.

--¿Nerviosa? -Pregunta mi abuela. Me giro hacia ella y veo la felicidad en su mirada.

--Bastante... Yo... aún no puedo creerlo. Temo que sea un sueño del que de pronto voy a despertar.

Se acerca a mí y toma mis manos.

--No es un sueño, hija. Es la felicidad que por fin te ha llegado. Le he pedido tanto a Dios que te devolviera esa parte que le daba brillo a tu mirada, y mira, lo hizo de manera perfecta.

Mis ojos se humedecen.

--No puedo estar más feliz, abuela Martha. Creí que nunca volvería a amar, y aquí estoy, doblemente enamorada y del mismo hombre.

--Todo pasa por algo. Ahora sabes lo fuerte que puedes ser, y nadie podrá decir lo contrario. -Nany limpia la humedad debajo de mis ojos. -Es hora de irnos. -Asiento y salimos hacia la puerta, donde me espera mi amado hijo y un carro militar puesto a disposición por el doctor Julien. La ceremonia se llevará a cabo en la capilla del hospital.

Avanzo cuidando la ligera cola de mi traje de novia. El vestido es sencillo, nunca me ha gustado lo ostentoso, pero muy elegante. Es un corte imperial de seda en color beige complementado con guantes, regalo de mi Nany. Estando en Francia es difícil no vestirse de manera refinada. Mi pequeño Stear viste un esmoquin en color blanco, regalo de Merry; se ve guapísimo. Subimos al vehículo y nos dirigimos hacia el lugar.

Los nervios comienzan a manifestarse, estoy temblorosa y ansiosa. Mi pequeño Stear va feliz, mirando todo por la ventanilla del carro. Nany, que va sentada a mi lado, toma mi mano y me da un fuerte apretón, transmitiendo con ello la calma y fortaleza que se requiere para no desmayar de la emoción. Llegamos al hospital y todo comienza a convertirse en un episodio especial para mí.

El doctor Julien y Emily preceden la ceremonia. Los invitamos a ser nuestros testigos y padrinos, son lo más cercano que tengo a una familia. Mi abuela baja y extiende su mano hacia mí, la cual aferro con demasiada fuerza, para luego tomarla de su brazo. Mi pequeño Stear toma mi mano libre, y así, los tres ingresamos con rumbo al pequeño altar.

La música suave de una pianola se deja oír en el recinto, y me doy cuenta de que es el señor Mc Douglas quien la toca. Mis ojos vuelven a llenarse de lágrimas. Me percato de que son nuestros pacientes quienes están ocupando los lugares de la capilla, y no puedo evitar sentir nostalgia por la ausencia de Candy, Annie y Archie, pero sé que son situaciones fuera de nuestro alcance.

Regreso mi mirada al frente y lo veo, sonriente y feliz. Es como si brillara en medio del oratorio. Mi corazón se hincha de orgullo y felicidad. Se ve hermoso usando el traje típico de los Wayana. El jefe de la tribu y su familia, nos acompañan en este bello día.