l - Abrumada

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Era esa voz consternando en mi mente

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Era esa voz consternando en mi mente. Cada palabra se perdía entre los ecos inquietos sintiéndome lanzada a un precipicio sin fin, como si fuera a vivir nuevamente aquel oscuro, desmesurado y remoto pasado.

Rebozaba en mi cuerpo tanta angustia; sentía la necesidad de escapar vertiginosamente de aquel maldito tormento.

Desperté, lo poco que queda de la madrugada no lograba concebir el sueño. Quedé observando hacia la ventana por un buen rato y entrecerrando los ojos, respiré profundo al contener la respiración en un intento de mantener la calma desviando la mirada hacia el reloj que marcaban seis de la mañana.

Supe desde ese entonces, que todo fue una pesadilla de la cual me generaba presión en el pecho de solo recordarlo.

-— Oh cielos — susurré, con cierto fastidio al estar levantada a esa hora.

Fui por un vaso de agua a la cocina. Amanda por su parte seguía profundamente dormida o por lo menos eso pensaba.

Me encogí de hombro acomodando la silla del comedor para tomar asiento, hasta ese momento sentía que el tedio de la pesadilla había dejado en paz mi mente.

Era buena en reprimir mis emociones.

De pronto oí suaves pisadas y un gruñido de protesta. Al instante la puerta se abrió.

Amanda dio unos pasos hacia el comedor.

— Es muy temprano, ¿Y tú despierta, ocurre algo rarita? —preguntó repasando mi expresión con cierto sarcasmo.

—¿Qué me ocurre?  — contesté levantando una ceja por su tono burlesco.

Removí el agua, asintiendo para darle una respuesta.

— Tuve un sueño tedioso y me costaba mantenerme dormida. No era mi intención despertarte — suspiré teatralmente.

— De hecho estaba por levantarme, no te preocupes no son necesarias esas disculpas— acotó encogiéndose de hombro.

— ¿Y qué fue ese sueño ta feo que dices? Cuéntame si quieres — insistió Amanda, mientras vertía la leche sacudiendo los cereales con la cuchara.

— Ya sabes, — exclamé quedando estremecida por su repentina pregunta.

— Esa expresión la conozco con perfección, soy todo oído para escucharte — replicó con determinación.

— Eeees, es ese pasado y todo su trasfondo en ella. Me abruma de solo recordarlo. No quisiera volver a vivirlo— solté consternada.

— Grace, tu no volverás a ese calvario de historia. Vive este presente al menos se ve un poco más esperanzador que el anterior. Disfruta el hoy, eres asombrosa y una magnífica persona.

Hizo una pausa antes de continuar la oración

— Los malos momentos del ayer déjalos ahí, atrás. Es ahí donde debe estar —culminó con una leve sonrisa en su rostro.

— Ojalá fuera más sencillo como decirlo — respondi con un suspiro.

Ella juntó su mano con la mía presionándolos sobre si.

Amanda y yo hemos vivido gran parte de nuestra infancia y adolescencia juntas, conoce más que nadie mis emociones como ninguna otra persona. Aprendimos a complementarnos con virtudes y errores.

A decir verdad, nuestras personalidades eran una combinación perfecta entre el desastre y la demencia.

— ¿Te encuentras mejor? — preguntó resoplando al mismo tiempo que ella recogía su pelo hacia atrás.

— Tu compañía lo es todo — contesté con alivio.

— Cambiando de conversación, Nick me dijo ayer que estaba organizando una fiesta en su casa y espero que me acompañes por favor. Y no intentes mirarme de ese modo — pidió ella.

Dije no con la cabeza.

— Tu más que nadie sabe que no me gustan esas fiestas Amanda — gruñí, ofreciéndole un golpe en el brazo justo cuando se incorporaba en la parte posterior de la mesa.

— No seas aburrida Grace... Mira, limpiaré tu cuarto, haré lo que me pidas con tal de convencerte de acompañarme  — rogó con expresiones faciales que causaban mucha gracia.

— Estás loca, déjame adivinar tienes una nueva conquista y estará en la fiesta esa noche. Eres una maldita promiscua traga miembros — afirmé airada.

— Dime algo que no sepa, ¡Qué novedad la mía! —  respondió con una sonrisa de niña malcriada a la que le salió perfecto el soborno.

Su actitud aumentó mis ganas de reir. Con la escasa esperanza de disimular mi seriedad en ese momento.

— Eres la mujer más descarada y extorsionista que conozco — dije mientras jugueteaba con los mechones sueltos del pelo.

Después de varios intentos. Finalmente conseguí otorgarle el si... ante su insistente deseo.

Amanda asintió, fue caminando hacia el sofá y rápidamente tecleó su teléfono realizando una llamada.

— Oye Nick, escucha... Grace y yo confirmamos en ir a la fiesta. Devuélveme la llamada en cuando escuches este buzón.

Ella colgó de inmediato con alegría.

— Te acompañaré, es un tanto embarazoso tener una amiga tan promiscua a la cual le encanta revolcarse con todos en la mínima oportunidad, no la desaprovecha — sonreí burlonamente.

En verdad y para ser franca conmigo misma, sentía una rara y extrema curiosidad por esa fiesta del que a Amanda la tenía fascinada y del que todos hablan.

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