V - La fiesta

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Siente horas después

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Siente horas después.

Amanda llamó a mi puerta preguntándome si era el momento indicado para los preparativos antes de salir para la casa de Nick.

Ella sostenía en sus manos una blusa de color blanco.

— Ayudará a llamar la atención a tu torso — le sugerí.

— Creo que debería llevarlo con un jeans a la cintura, ¿No? — dijo convencida.

— Soy yo o... ¿Intentas impresionar a alguien en particular? — repliqué airadamente.

— Me leíste la mente, es más... hoy a la tarde le envié un texto invitándolo a la fiesta — admitió lanzando un beso.

Sonriendo se dirigió hasta su habitación de al lado.

La puerta se cerró y quedé solo pensando en abrir mi placar para comenzar a buscar ropas que escogería para esta noche.

Estéticamente quería estar presentable, miré fijamente a mi vestido negro que llevaba tiempo sin sin usarlo. Tomé mis tacones y los puse al costado de la cama.

— Se nos está haciendo tarde — apuré a Amanda al observar la hora.

Me puse el vestido negro cruzado que acentuaban mis curvas, se ajustaba a mi cintura con una pretina ancha y sólida. Tenía el pelo alisado.

Calcé los par de tacones mientras salía de mi habitación.

Amanda se encontraba frente de la puerta esperándome con aquella blusa, el jeans azul y unos zapatos de tacón de juego.

Bajamos inmediatamente por las escaleras.

— Iré por el auto — avisó.

Corri en dirección a la calle del frente subiendo con cierto apuro, ella encendió el motor, aceleró y recorrió a toda velocidad la calle que llevaba a Massachusetts.

Aparcó el coche a la sombra de la calle Charles Strett, era inmensa la cantidad de autos aparcados en aquel lugar.

Bajamos con nuestras gafas puestas sobre la cabeza sonriendo con actitud y nos dirigimos hasta la puerta principal.

La puerta se abrió.

— Las estaba esperando, se ven jodidadamente bonitas — nos saludó el anfitrión y dio un trago de su bebida.

Asentimos sonrientes al ingresar.

Observé el interior de la casa, era absoluto descontrol, alcohol, música y gritos que retumbaban en los oídos.

De fondo solo se oían la euforia de los invitados bulliciosos por la adrenalina de la fiesta.

Amanda abrió una botella y me alcanzó otra.

— Toma, para que entres en ritmo — guiño un ojo.

Baje una mirada desconfiada a la botella que sujetaba en su mano.

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⏰ Última actualización: Jun 14 ⏰

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