lll - Amanda Bennett

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— Grace se imagina cosas —  la voz tonta de Amanda me sacó de mis pensamientos

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— Grace se imagina cosas —  la voz tonta de Amanda me sacó de mis pensamientos.

— No empieces con tus tonterías y mejor vámonos de aquí — ordené fastidiada.

— Fue él, ¿Cierto? Ese cambio de humor no es repentino.

— ¿Stev? No lo creo, pero... ¿Qué le digo? —  contesté relajando el gesto de mi rostro.

— Es que has quedado en silencio por momentos- insistió ella.

Ajusté la cartera e indiqué a Amanda que fuera por el coche.

— No tiene importancia, nunca pasará nada, son mis miedos al amor. No puedo creer que aún te ilusiones de solo pensarlo —  suspiré casi vencida.

— Porque te conozco Grace, conmigo no necesitas esa muralla que pones como barrera. Sé lo que se esconde detrás de esa chica ruda que muestras ser.

—  ¿Qué intentas decir? —  pregunté dudosa.

— Eres mi mejor amiga, siento que tu intensidad es tan inmensa que cuando llegue esa persona a tu vida. Lo sentirás como nunca lo habrías imaginado, solo eso.

No aparté la mirada del frente y resoplé por la nariz lentamente.

— Está bien, pero mientras déjame esquivar las balas como me sean posible —  confesé, siempre estaba lista para evadir mis emociones.

Al instante de aquella oración, la tomé del brazo.

— Espera.

— Deberíamos ir al supermercado, hay varias cosas que nos faltan en la casa —  sugerí.

—  De acuerdo — contestó asintiendo.

De camino al supermercado intercambiamos diversas conversaciones con Amanda, estaba segura de que no fui lo suficientemente sincera con respecto a mis sentimientos.

Recogí el pelo en forma de trenza y observando por la ventanilla, le dije.

-— Detente aquí.

Amanda condujo el coche hasta el aparcamiento, antes de que pudiéramos ingresar al local.

Ella iba dos pasos por delante, justo antes de alcanzar la puerta principal la figura de un chico se cruza en su camino de manera torpe, ese choque logra desplazarla hacia un costado.

-— ¿Qué demonios? — protestó al instante — ¿Acaso no miras por donde caminas? —  replicó con una mirada fulminante.

— Disculpas, no alcancé verte —  le contestó ofreciéndola una leve sonrisa.

Entrelazó su mano con la de Amanda y le dio un beso.

Jugueteé con mi pelo, intentando pasar desapercibida al notar los ojos curiosos de aquel chico hacia ella.

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