Melany
Lo intenté.
De verdad que lo intenté.
Era algo que me repetía en situaciones como esta.
El reloj marcaba las 05:15 y todavía no podía dormirme. Cada vez que lo intentaba, al cerrar los ojos, sentía que me volvía a hundir en la nada. Esa sensación no se iba, por mucho que lo intentara. Como si se hubiera venido a quedar.
Me di la vuelta, frustrada por la inexistencia del sueño, tratando de acomodarme en la cama. Apoyé el peso de mi cuerpo en el lado derecho, al voltearme, quedando en frente de la mesita de luz con su lámpara encendida. No tenía el valor de apagarla después del mal rato que pasé mientras esa pesadilla transcurría en mi cabeza. Me tumbé de lado, una y otra y otra vez, sin lograr dormirme. Después de quince minutos de vuelta y vuelta, y dormir durante dos minutos, que sinceramente no contaban, me rendí. Me levanté de la cama. Una brisa suave recorrió piel desnuda de mi espalda baja, que no cubría el top del pijama. Puse mi campera sobre mis hombros. Era de la liga de la NBA, que había recibido hace ya dos años, para mi décimo quinto cumpleaños. Me gustaba mucho, era suavecita y abrigada al mismo tiempo. Estaba un poco desteñida, el azul oscuro, con el pasar del tiempo, se había desteñido bastante, en comparación a sus épocas de oro. Ahora la campera ofrecía un espectáculo de letras ligeramente despintadas, con el número del jugador en la parte de atrás.
Avancé por la habitación, que era tenuemente iluminada por la luna y el pequeño velador, apoyado en la mesita de luz. Esquivé montoncitos de lo que parecía ropa, zapatos y papeles, hasta llegar al escritorio. Sobre este había bollos de papel de cálculos matemáticos fallidos, ensayos de biología y vasos térmicos con bolsitas de té. Algo que me gustaba mucho era los distintos tipos de té que uno podía llegar a encontrar. Aunque no soy una profesional sobre eso de elegir tés para cada tipo de cosas que podían suceder en el maldito día a día, podía identificar varios por sus aromas. Mi favorito era el té negro con miel, sin nada de azúcar. Mi dieta se basaba en una mínima inclusión de este veneno blanco, especialmente el refinado. No era bueno para la salud, como nos decía constantemente el entrenador Banner, un hombre al que le estaba llegando la treintena, de ojos grises, ligeramente morocho y con cabellera larga, ondulada y de color ceniza. Parecía más bien un actor que había escapado de Hollywood. Cuando nos burlábamos de él en secreto, usábamos en código el nombre por el cual lo habíamos bautizado, "Mastodontye". Y, tal como sonaba, el entrenador Banner hacía una excelente referencia con su altura colosal, de unos magníficos 2.10 m.
Bostecé mientras me sentaba en frente de mi PC, y esperaba que esta se prendiera. Parpadeé varias veces, hasta que mis ojos se acostumbraron al brillo de la pantalla. Entré en el buscador de Google y busqué "Los tigres", por milésima vez en la semana. Liam me dijo que estaba en camino de ser una paranoica total, que exageraba demasiado con esto del partido que se dará mañana, bah, en realidad hoy. Agh, qué horror que es el insomnio. Lo.odio.con.todo.mi.ser. Suspiré y comencé a buscar las imágenes recientes en el Instagram del capitán de los Tigres. Habían subido una foto en donde se podía apreciar cada uno de los jugadores. Ethan Davis, el capitán en el medio, del lado izquierdo Cameron Chris, Kristensen Niklas; del derecho Jackson David, el entrenador Tylor y... Islon Tylor, su hijo. Por alguna razón que todavía no entendía, influenciado tal vez, por la reciente pesadilla, Islon Tylor me daba muy mala espina, y yo normalmente no me equivocaba sobre las personas.
Volví a bostezar y me di cuenta de que ya estaba amaneciendo. Cuando uno se lo proponía, el tiempo pasaba muy rápido. Decidí que ya era hora de prepararme, por lo que me levanté y me desperezé. Agarré mi ropa de entre un montón, que estaba limpia, obviamente.
Sí, todavía no hemos llegado tan lejos.
Espera, ¿qué?
Solo di la constatación de los hechos.
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El amor no me pertenece
Novela JuvenilMelany Stocker no es cualquier chica, es la capitana del equipo de baloncesto de su instituto, además de ser la única chica que forma parte de ese equipo. Cuando logran ganar un partido importante y pasar a las regionales, Melany podía sentir que su...