Abajo de Nosotros.

Sobre como era vivir en el infierno.

Sentí como era aventado al fondo de una camioneta, no podía ver nada ya que todo era oscuro y me amarraron las manos por detrás de la espalda. La camioneta avanzó unos cuantos segundos y sentí otros tres bultos caer uno tras otro, eran Emi, Abel y Sandra. Emi intentó pedir auxilio, pero un hombre con la cara encubierta le dio un golpe al estomago, dejándola sin aire por el resto del trayecto. Todos estuvimos quietos y callados en el trayecto, tornándonos pálidos evitando que con algún movimiento sea causa para una tortura, o peor, la muerte. 

Los vidrios de la camioneta eran polarizados, para que nadie pueda ver lo que había adentro, en  todo caso, la vista hacia afuera era casi nula, pero logré identificar algunas avenidas y edificios. Pasamos del Circuito Interior a Paseo de la Reforma, de ahí pasamos eje central y el conductor dio una serie de vueltas y llegamos a la parte lateral de una vecindad.

-Cabrones, más les vale no salirse del auto o solo son vistos en la primera plana del periódico.

Todos entendimos rápidamente a lo que se refería. Y ahí estuvimos toda la tarde hasta que se asegurasen que nos quedamos sin batería en los celulares. Alrededor de las seis de la tarde, nos bajaron de la camioneta y nos introdujeron a una vecindad,  y de ahí a un departamento, del tamaño de salón de clases y medio. 

-"Les toca dormir en el cuarto de la derecha, hoy en la noche les daremos trabajo." El hombre que condujo la camioneta se rió, mientras cerraba de un golpe la puerta metálica.
Recorrimos el departamento. Las paredes estaban pintadas de un verde pastel, con ciertas malformaciones. El techo era blanco, totalmente liso pero con algunas manchas negras, telarañas y focos con ventilador. El suelo eran baldosas que simulaban ser de madera, pero eran frías. Las ventanas eran de metal, pero con con vidrios polarizados con un plástico que se estaba despegando del vidrio. Que a su vez, estaba roto. Los muebles eran sillas de madera y plástico, y un sillón de madera y varios cojines, además de una mesa que sostenía un televisor de gran tamaño.
A los pocos minutos, apareció una señora de aproximadamente cincuenta años, tal vez cuarenta, pero su altura, tono de voz y complexión física la hacían parecer mucho mayor. Lo primero que dijo cuando nos vio, fue:
-Chale, pinche clavos, se agarró mas chamacos pubertos. Orale, como se llaman?
-Uh, somos Ab...
-Pues se van olvidando de lo que eran, una vez que llegan a las jaulas, nadie sale. Ni muertos.
Abrió la puerta, y nos agarró a todos del brazo fuertemente y nos paseó por la vecindad.
Al recorrerla, nos dimos cuenta que no era exactamente una vecindad, sino mas como una unidad habitacional con torres de cuatro pisos, con patios entre cada torre. En los patios, había jóvenes de todas las edades, haciendo actividades recreativas como fumar tabaco y marihuana, tomando alcohol de bajos precios. En el ambiente se percibía un aroma a todos los luidos que puede generar el cuerpo humano. Eso incluye el olor a descomposición de seres muertos. 

-Bienvenidos a las jaulas, o como el gobierno y los inocentes la llaman, Unidad habitacional "Siempre viva" Los dejaría ver la zona pero tienen que llegar limpios hasta la recolección. Al fondo en la primer torre la base esta Doña Rebe, es la curandera, enfermera, boticaria y doctora de la unidad. Si tienen hambre y no les alcanza para nada, Don Teo tiene su tienda de raya arriba. Los cuartos restantes son nuestros cuartos. En la segunda torre, son los cuartos oscuros, por si les toca ser putas. Al fondo esta el almacén, por si les toca vender. Las demás torres son de quienes tomamos.

Nos agarró del brazo de nuevo y nos llevó al cuarto que nos tocó, pero nuestras mochilas ya no estaban. 

-Y por ultimo, como les dije, olvídense de quienes o que eran, ahora son nuestros, nosotros les diremos quienes y a que se dedican.

Y también cerró la puerta de un golpe.

-Ya sabía yo que a esto iba a terminar si era tu amiga. Dijo Emi empezando a llorar.