Capitulo 10

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TIME



—Será posible, no, tal vez son locuras de mi embriaguez pero debemos salir de la duda. Subió a su habitación corriendo y cuando entró vio a Neil con  tan solo una toalla en la cintura —¡Ah...! Lo siento —le dijo sin dejar de verlo "es tan guapo" pensó —Anda vístete deprisa debemos ir al pueblo y después a la villa Ardlay. El iba a renegar pero recordó que debía entregar una carta a su dueña.

—Y por favor necesito que traigas el anillo y los pendientes que tienes.

—¿Hurgaste en mis cosas? ¡Así que eres una entrometida también eh!

—No te enojes, después lo entenderás, anda

apresúrate.

En el auto donde se dirigian hacia el pueblo ambos iban muy callados se sentía la tensión entre ambos y aunque ambos  querían hablar ninguno de los dos se atrevía.

Llegaron al pueblo y  Blair le pidió los aretes y el anillo.

—¿Qué vas a hacer? —Tengo una loca idea pero si me equivoco te juro que haré lo que tu quieras.

—Lo que yo quiera, estás segura de lo que estás diciendo y que cumplirás tu palabra.

—Si te lo prometo, pero anda dame las joyas y espérame en el auto unos minutos

Esa oferta fue muy tentadora para Neil y la dejó en toda su locura, verla de ese modo le divertía.

Ella entró a la joyería más antigua del lugar, conocía muy bien al dueño pues habían servido a la Familia Arnold por muchos años.

—Señorita Blair, que gusto verle en que la puedo servir,
me enteré que se casó ayer, acaso le quedó muy grande su anillo quiere alguna compostura.

La chica abrió la caja y pensó por un momento cómo sería portar aquel anillo. "Pero no es para mí, nos separaremos en dos años"

—¡Señorita! —Eh... ah sí perdón, dígame si hay unas iniciales ocultas en estas joyas, tengo entendido  que las familias aristocráticas siempre piden que lleven ocultas sus iniciales —entregó los aretes y el anillo al joyero.

El hombre puso su pequeña lupa en el ojo y empezó a revisar con detenimiento las hermosas alhajas.

—Si señorita, usted tiene razón, están en letras muy diminutas la palabra DG. Este par de aretes y anillo pertenecen al ducado Grandchester, conozco muy bien ese grabado y además al lado están las iniciales del joyero real CRB.

—Acaso quiere venderlas,  —preguntó sorprendido —Yo no podría pagarlas ni con toda mi tienda, son de un valor incalculable pero puedo conseguir compradores si así usted quiere. ¿cuánto quieres por ellas?

—Está loco, son un regalo de mi esposo.

—Eres una Grandchester —mencionó sorprendido—. Señorita le pido disculpas por mi atrevimiento. —No se preocupe gracias por su ayuda —dejó su pago al hombre en el mostrador.

Ella regresó al auto y le entregó las cajas de terciopelo a Neil. —Ten son tuyas, solo quería cerciorarme de algo. —¿De que? Acaso pensaste que sería capaz de regalarte una imitación de esmeraldas.

—Ay Neil,  jamás pensaría eso de ti, deja que lleguemos a la villa Ardlay debo hablar con Terry. Y no, no son falsas, de hecho el joyero me pagaría una fortuna o más bien dijo podría conseguir un buen comprador, tal vez si las vendiera conseguiría un buen dinero para huir muy lejos de ti.

El se puso serio ante su respuesta.  —Leí la pequeña nota de tu maleta, fueron joyas de tu verdadera madre y deben pertenecer a la mujer que ames y esa no soy yo, lo tengo muy claro, la mujer que llegue a poseerlas será muy afortunada no solo por las joyas sino porque tendrá tu corazón.

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