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Era la última noche que lo esperaba despierta

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Era la última noche que lo esperaba despierta. Siempre decía lo mismo. Siempre decía que no lo iba a esperar más, que no iba a ignorar sus llegadas tarde, que le iba a reclamar, pero como siempre nunca cumplía.

Era su esposo y lo amaba.

Escuchó el sonido del auto, la puerta del garaje al cerrarse y sus pasos en las escaleras. Cerró sus ojos y se hizo la dormida. Pablo entró en la habitación, miró la cama donde su esposa dormía y siguió al baño.

Se acostó a su lado dándole la espalda y se durmió.

Ella giró y miró a través de la oscuridad a su esposo dormido.

Otra noche más que no la tocaba, hacía meses que no la tocaba, aunque, ¿por qué iba a tocarla si llegaba satisfecho de estar con su amante? Le dió la espalda y con lágrimas en los ojos se durmió.

Todas las mañanas eran lo mismo; se levantaba temprano, preparaba el desayuno para él, lo acompañaba a comer y luego él se iba sin ni siquiera un beso, un nos vemos en la noche era todo, no un gracias, ni un te amo, ninguna palabra cariñosa

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Todas las mañanas eran lo mismo; se levantaba temprano, preparaba el desayuno para él, lo acompañaba a comer y luego él se iba sin ni siquiera un beso, un nos vemos en la noche era todo, no un gracias, ni un te amo, ninguna palabra cariñosa.

Estaba sentada en el sofá viendo por la ventana hacia el exterior, en la calle se veían niños corriendo y jugando, era verano y todos los niños estaban de vacaciones.

Llevaba toda la mañana ahí, sentada, pensando que hacer para que su esposo la mirara como antes, para que la tocara como antes, para que dejara a su amante y volviera con ella.

Pensó que tal vez unas vacaciones le harían bien, tal vez alejarse unos días renovaría el amor y la pasión. Luego llegó a la conclusión de que él no dejaría su trabajo así.

Se le ocurrió comprar de esa ropa interior picante y hacerle un striptease, pero ella no era muy buena bailarina y tal vez lo arruinaba, estaba pensando en esperarlo desnuda en la cama cuando el teléfono sonó a su lado, asustándola. Esperanzada, creyendo que tal vez fuese su esposo, contestó con entusiasmo al teléfono:

-Hola-

-Olivia, hola- sus esperanzas murieron, al escuchar la voz de Pedri al otro lado de la línea. La sonrisa en su rostro murió.

INFIEL / Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora