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-¡¿Qué?! - La pregunta vino de tres bocas diferentes

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-¡¿Qué?! - La pregunta vino de tres bocas diferentes.

-¿Tú... yo... que...?- Olivia no encontró una forma de expresar lo que se cruzaba por su mente, sin tartamudear. No podía creer lo que su amigo había gritado.

Tenía que ser un error.

¡Dios! Su mejor amigo no podía estar diciendo que la amaba.

-Yo siempre te he amado. Tú fuiste tan dulce y amable, la primera vez que hablamos. Y eras como una princesita. Siempre sonriendo y feliz. Y me hacías sentir especial, todo el tiempo. Contigo a mi lado, yo era especial.-

Olivia lo seguía mirando, como si hubiese perdido la razón. Claro que era eso. El había perdido la razón. -Claro que fui amable, era la primera vez que hablábamos y estaba nerviosa y quería hacer amigos. Y te hacía sentir especial, porque eras mi amigo. Y eso es lo que hacen los amigos. Siempre sonreía y me veía feliz porque mi madre e decía que a gente feliz tenía amigos no los tristes. Siempre tenía una sonrisa plasmada porque era lo que mi madre me había enseñado, a sonreír a todo aun cuando estuviera triste. Pablo fue quien me hizo entender que no tenía que hacer eso, que si quería llorar, llorara, gritar, gritara si simplemente quería no hablar no lo hiciera, que él... siempre estaría conmigo.- Y lo había estado, siempre. Cuando ella se había enfrentado a su madre para cambiar de carrera porque no le gustaba la medicina, cuando su madre decidió quitarle el apoyo financiero por ello, cuando se quedó sola porque su madre había muerto de cáncer de pulmón.

Él siempre estuvo allí.

No importaba que fuera, Pablo había estado con ella. En todo momento, aun cuando quería estar sola. El no la dejaba. Siempre se quedaba en la misma habitación con ella, sin hablar ni moverse, solo allí. Y siempre parecía saber cuándo era que ella quería que la abrazara. Incluso en aquel momento, él estaba allí.

Podía verlo en sus ojos... pasara lo que pasara, Pablo no la dejaría sola, jamás.

-¡No! No lo mires.- Pedro se acercó y tomó su rostro entre sus manos, con fuerza. -Mírame a mí. ¿Por qué no puedes mirarme a mí?- La soltó de repente haciendo que su cabeza rebotara contra la almohada. -Yo siempre estuve allí. En todo momento. ¿Por qué lo veías a él y a mí no? ¿Por qué a mí no? - Pedro comenzó a pasear por la habitación. Parecía que estaba perdiendo la mente.

-Porque me ama. Siempre lo hizo.- Pablo dijo, y miró a su esposa a los ojos. Ella siempre me amó, como yo la amé a ella.- Su vista se vió interrumpida por la imagen de Ana. Se había puesto delante suyo para evitar que Pedri lo golpeara de nuevo.

-Pablo tiene razón, Pedro. Tú lo sabes. Desde el primer día que lo vi, te lo dije. Te dije mucho que me gustaba. Y cuando nos hicimos novios, cuando me propuso matrimonio. Yo te lo dije, lo mucho que lo amaba.- El bofetón que su amigo le propino, fue totalmente inesperado. Su rostro era rojo y sudaba. Parecía totalmente desencajado.

INFIEL / Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora