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El rayo de sol que jugueteaba por su ventana le hizo abrir sus hermosos ojos, miró en rededor y se dijo para si "Arriba Kara". No podía creer que el día ya comenzara, cómo era posible si para ella sólo habían transcurrido cinco minutos desde que pegara ojo. Se dirigió al baño con la esperanza de que el agua tibia cayendo sobre su cuerpo la hiciera  despertar de una buena vez. El agua recorría cada centímetro de su piel como labios de amante experimentado y la sensación le trajo el recuerdo de la noche anterior y una sonrisa juguetona acudió a sus labios. Recordó una noche de gran pasión cargada de escenas llenas de erotismo negadas a dejar su cerebro. Sus recuerdos fueron interrumpidos por unas manos traviesas escudriñando sus glúteos, al voltear se tropieza con la mirada amorosa cargada de lujuria del amor de su vida. La mira incrédula pero sonriente, no podía creer que la llama del deseo aún ardiera en ella. Se sentía cansada y medio dormida pero aún con fuerzas para seguir en la batalla, aquella lucha entre sus cuerpos que tanto le apasionaba. Sin pensarlo dos veces se adueñó de sus labios olvidando su cansancio y se entregó por completo a la lujuria. En sus brazos se sentía una mujer plena, amada y deseada. Entre las dos comienza una danza cadenciosa al ritmo de una música que sólo podían escuchar sus almas mientras se entregaban entre sí. Los gemidos de Kara  escapaban sin darse cuenta, sólo ella sabía llevarla al máximo, le mordía suavemente una oreja mientras le susurraba por más. Su voz suplicante le pedía, casi exigía que no se detuviera por nada. Lena la obedecía sin hacerse de rogar, esa mujer la volvía loca. Con sólo pensar en Kara sentía un cosquilleo entre sus piernas y una urgencia que solamente podía saciar perdiéndose en su cuerpo hasta embriagarse con su sexo. Luego de unos instantes de placer y pasión se encontraban ya en la habitación, Kara preparándose para salir a comenzar su día y Lena remoloneaba porque no podía dejar de deleitarse con el espectáculo. Observar a su esposa vestirse para salir era para ella la escena más erótica que se podía presenciar. No podía negar que estaba completamente enamorada de ella, la llamada en el celular de Kara la hizo volver a la realidad. Su esposa mira la pantalla y al ver de quien se trataba responde con fastidio.

- Qué pasa ahora Jack?
- Espero estés llegando, esto aquí es un caos y se te necesita.
- No sé por qué, ayer antes de irme lo dejé todo muy bien explicado así que no entiendo cuál es el problema. - ella trató de continuar hablando pero él se lo impidió.
- El problema es simple, nada más y nada menos que el pintor viene ahora mismo para ver cómo van las obras y hacer no sé qué cambios.

El rostro de Kara cambió, eso no estaba en los planes y lo alteraba todo. Cómo era posible si ella había hablado no hacía mucho con William y todo marchaba de maravillas, él no se presentaría hasta dentro de dos o tres días. Sabia lo quisquilloso que podía llegar a ser y en cuestión de segundos podía echar abajo una exposición ya casi montada. No tenía tiempo, saldría para allá de inmediato y así se lo comunicó a Jack laconicamente.

- Voy.

Con ojos amorosos miró a Lena y ella le devolvió la mirada sonriente diciéndole.

- Ya sé, no desayunaremos juntas. No te preocupes lo escuché, anda a solucionarlo todo como solo tú sabes hacer.
- Te amo mi amor. - le da un beso tierno en los labios y sale a la carrera hacia su auto.

Mientras conduce va preguntándose qué diablos pasó, si todo marchaba tan bien por qué William se aparecía ahora así y sin avisar. La exposición ya estaba casi lista y le aterraba la idea de que pusiera cualquier pretexto, sabía de lo que era capaz y no lo permitiría, ya había invertido mucho tiempo y dinero que no pensaba malgastar aunque se tratara de William Dey uno de los grandes pintores del momento.

Kara era Curadora de Arte y contaba con tres Galerías propias que gracias a sus esfuerzos y su maravilloso trabajo contaban con una gran reputación. Ella había estudiado Historia del Arte y su trabajo la apasionaba, en alguna que otra ocasión se había aventurado a pintar algún que otro lienzo. Aunque sus amigos y la crítica la alentaban a seguir lo continuaba haciendo como hobby y solo en sus ratos libres. En realidad lo que le apasionaba era la curaduría. Le encantaba correr detrás de obras antiguas, y toda la producción que llevaba consigo una muestra. Adoraba descubrir nuevos talentos e impulsar sus carreras. Promocionar el Arte y el amor por ella era su mayor pasión.  Llega a una de sus galerías, ubicada en el centro de Nueva York agradeciendo que el tráfico matutino no estuviera tan escabroso como tantas veces. Abandona su auto moderno y a la carrera ingresa al local. Al hacerlo con quien primero se tropieza es con Nia, su asistente personal, su mano derecha y su mejor amiga.

- Cuanto me alegro que ya estés aquí. - casi dando saltos de alegría al verla.
- Cálmate amiga y dime qué pasó. Por qué ese loco le dio por aparecer ahora?
- Ya lo dijiste es todo un loco. Llamó y dijo que venía así sin más ni más.
- Llamó, pero qué dijo?
- No se Kar no habló conmigo sino con Spheer.
- Ya, tenías que haber empezado por ahí. - su conversación es interrumpida por una voz a lo lejos.
- Pero si ya está aquí nada más y nada menos que nuestra intrépida jefa.
- No dramatices Jack, que hace mucho no estás en escena. - le dice de forma despectiva molestando al hombre que lo disimula brillantemente.
- Por favor jefa es una bromita para aligerar los ánimos. - trata de sonreír pero solo conseguí esbozar una mueca desagradable.
- Cuántas veces debo decirte que dejes de llamarme así. De qué hablaron William y tú.
- Nada en especial. Preguntó como marchaba todo y dijo que necesitaba consultarte algo. Yo solo le dije que a pesar de tu notoria ausencia de dos días todo marchaba bien a pesar de estar todo a cargo de tu secretaria.
- No me lo puedo creer, siempre tienes que ser tan venenoso. Basta de meterte con Nia, sabes de sobra que no es mi secretaria. Es mi mano derecha y esta tan calificada como yo para estar al frente de una muestra tan importante como esta. Lo ha hecho millones de veces.
- Yo lo sé, pero el cliente no. Así que no tienes por qué ponerte así jefa. - esbozó una sonrisa burlona.
- El cliente la conoce de sobra solo que si maliciosamente dices que es una simple secretaria la que está al frente y no mi socia cualquiera alucinaria, no te parece.
- Vuelves con lo mismo. En serio crees que lo hice con alguna mala intención, quién crees que soy?
- Un ser despreciable, frío y calculador, aún no acabó de entender la razón del por qué Kara no te ha despedido. - dice Nia sin poder contenerse.

Kara mira con desapruebo su comentario ocasión que Jack aprovecha para salir huyendo evitando tener que dar más explicaciones. Él le temía a esos ojos azules y solo por eso la odiaba más aún. La detestaba y no hacía más que desear su fin. La maldecía por todo, por su cuerpo esbelto y tan atleticamente perfecto, por su gracia ante la vida y los negocios, por ser querida y amada por todos, por su éxito. Odiaba su contoneo al caminar, aquel andar que hacía que todos tuvieran que voltear al verla pasar. Por odiar odiaba hasta esa melena sedosa y majestuosa de color oro que poseía. La odiaba porque era perfecta a los ojos de todos y la adoraban como a una diosa. Ella poseía una belleza, un erotismo y un encanto único. Pero lo que más odiaba Jack  lo que realmente lo enloquecía era que ella ostentará aquel título, el título de "esposa de Lena Luthor " título que a sus ojos no merecía  porque le pertenecía a él. Siempre a querido a Lena para si mismo y solo de pensar que esa duerme a su lado cada noche lo enferma.

Tú, siempre has sido tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora