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Tres semanas después Jack Spheer se encontraba parado frente a la puerta de la delegación acompañado de un elegante Abogado. El mismo Abogado que había pagado su fianza logrando sacarlo del hueco inmundo donde la maldita de Kara lo enviara. No tenía ni la más mínima idea de donde había salido el tipo ese y mucho menos por qué lo ayudaba pero eso ahora era lo menos importante. Lo realmente importante era que ya estaba libre y dispuesto a hacer pagar a esa perra como se lo prometió.

-- Señor Jack mi cliente se pondrá en contacto con usted muy pronto.
-- Su cliente, para qué? Usted puede encargarse perfectamente de enviarle mis agradecimientos y mis más cálidos saludos pero no tengo el menor interés en ... -- el Abogado lo detuvo levantando su mano.
-- Digame qué no pensó ni por un segundo que librarlo del lío en el que se metió sería tan fácil y mucho menos que todo esto fuera gratis señor.
-- Pensé que Lena lo había enviado a espaldas de la loca de su mujer, a la que por cierto pienso demandar por daños y lesiones. Miré como me ha dejado mi rostro la muy ladina. -- el Licenciado aunque trató de evitarlo y mucho no pudo dejar de burlarse del pobre tipo.
-- Lena Luthor dice, en serio, en que mundo vive señor. No entiendo cómo se le puede otorgar tanta estupidez a un solo ser humano. Dejé de ser tan iluso o no va a terminar bien.
-- No le voy a permitir abogaducho de quinta que me hable así.  Acaso no sabe quién soy.
-- Claro que sé quién es, una criatura patética con ínfulas de gran señor. Cállese ya, da pena. Deje de pensar con la cabeza metida en el trasero, la señora Lena jamás se le acercaría a un ser despreciable como usted y no le permitiría tocarle ni siquiera con una vara a un kilómetro de distancia. Bájese de esa nube de obsesión por ella en la que viaja y ponga los pies aquí en su estúpida realidad. Escuche mi consejo, se lo daré gratis, olvidé esa obsesión que tiene con Lena porque será su perdición. Dejé de hablar de ella así porque nunca sabe quién pueda estar escuchando, ni a quien pueda enojar con sus palabras. Ahora lárguense de aquí, quédese tranquilo en esa pocilga que llama casa y espere por las instrucciones de mi cliente. -- Jack lo mira molesto sin saber que decir y solo asiente de forma sumisa. Comienza a andar pero el hombre lo detiene. -- No lo olvides aléjese de Lena Luthor, destierre esa locura de su cabeza hueca.

Jack ya estaba harto, llevaba más de un mes encerrado en aquel maldito sitio que odiaba. Era desquiciante, era casi como estar de vuelta en la cárcel. Quién demonios se creía esa voz misteriosa que solo daba órdenes por el teléfono. Ya no lo soportaba, él era un Spheer nacido para dar órdenes nunca para recibirlas. Había decidido que hoy saldría a como diera lugar, debía ver a Lena  y hacerle entender la inmensidad de su amor. La haría entender todo el amor que se tenían y que él nunca se enojaría con ella a pesar de todo lo que había pasado. Él comprendía el por qué de su proceder y la perdonaba. Si habláramos de seres completamente dementes Jack Spheer  se llevaba el gran premio. El tipo era el psicópata original, los demás eran solo copias. Se paseaba como demente por la sala de su casa inventando mil y una maneras para encontrarse con Lena sin ser atrapado y por supuesto no había ninguna que no terminara con la idea delirante de Lena corriendo feliz hacia sus brazos para besarse intensamente.  Realmente no se podía estar más ido, un grado más y sería declarado ilegal tanta estupidez. Se preparaba para salir cuando su teléfono suena una vez más. Al contestar escucha aquella voz que ya lo desesperaba.

-- Señor Spheer diríjase al banco que está a dos manzanas de su casa, ahí pida la caja de seguridad 115 que está a su nombre. La llave le será entregada por un amigo al llegar al banco. En esa caja estarán las siguientes instrucciones sigalas al pie de la letra y sin objetar nada, entendió. -- hizo un vago intento de protesta que fue silencio por el click del otro lado.

Habían colgado, así sin más. Estaba tan molesto que casi tira el celular contra la pared, al segundo desecha la idea. Decide seguir todas las instrucciones dichas por la maldita voz una vez más. No estaba nada feliz con lo que ocurría pero ya había decidido jugar hasta el final, iba a apostar para ver. Estaba seguro que al final saldría beneficiado. Pobre tonto, no había escuchado ninguna de las advertencias que le hiciera el abogado antes de marcharse.

Al llegar al banco todo aconteció de la forma en que estaba previsto. Dentro de la caja de seguridad lo único que había era una llave para una cerradura digital, una tarjeta con la dirección de un hotel y el número de la habitación donde tenía que ir. Cerró la caja abandonando el banco con mala cara, se estaba hartando de tantos misterios y semejante trama a lo James Bond. No tardó mucho en llegar al hotel, subió a la habitación y para su sorpresa al entrar la encontró vacía. Estuvo más de media hora deambulando por el sitio vacío mientras se debatía en si deberia irse o esperar. De repente la puerta se abre para darle paso a un hombre muy elegante con rostro duro y mirada fría e inexpresiva. Jack se quedó clavado en su sitio sin reaccionar, el sujeto lo había impactado.

-- Pensando en irse tan pronto señor Spheer. No me diga que estaba tratando de incumplir nuestro acuerdo.
-- Eh.. no, solo estaba un poco ansioso eso era todo. -- trató de mostrar una sonrisa calmada pero le fue imposible.
-- Ya veo. Tome asiento por favor y prepárese un trago. -- el sujeto era cortés pero aún así había algo en él que intimidaba.
-- No gracias, ahora no deseo beber nada. Digame, usted es la persona que me ayudó. Qué desea de mi? La incertidumbre me está matando.
-- Tranquilo amigo Jack. Puedo llamarlo así, imagino que si, nos debe mucho como para andar poniéndose remilgoso por algo tan insignificante. Además se puede decir que casi somos amigos. -- sonrió y a Jack se le congeló la sangre.
-- Me va a decir de una vez quién es usted y que desea. Lleva un tiempo ya, mucho para mi gusto, jugando con mi psiquis señor. Cómo fue qué dijo que se llamaba?
-- No lo dije y por ahora no interesa. Solo conformese con saber que estoy aquí representando a la persona que invirtió bastante en sacarlo  de prisión. Eso es más que suficiente. Lo único que queremos es que nos ayude a ayudarlo.
-- Y eso cómo por qué o para qué?
-- No ha escuchado esa frase que dice "el enemigo de mi enemigo es mi amigo" -- Jack asiente. -- Bien, así podrá entender mejor. Usted y nosotros tenemos un enemigo en común querido Jack, alguien que es una piedra en el zapato, una verdadera molestia. Alguien que no hace más que entorpecernos el camino a todos. Esa molesta piedra tiene nombre y apellido y es Kara Danvers. -- al escuchar el nombre de la mujer que tanto odia se revuelve en su asiento y toda la ira hacia ella se acumula en sus ojos.
-- Esa es una maldita, la quiero diez metros bajo tierra.
-- Que bueno amigo Jack porque nosotros también. Por eso hemos decidido ayudarlo a cumplir su plan de venganza. -- el rostro del imbécil se iluminó por completo por primera vez en mucho tiempo.
-- Plan de venganza?
-- Claro, o acaso espera que con solo desearlo Kara Danvers caerá muerta así nada más. Sabemos que la chica es terca y nunca hace lo que se le dice así que debemos ayudarla a dar ese paso y mis amigos y yo hemos pensado en usted para que la convenza de una forma vehemente a tomar esa decisión definitoria.
-- No sé qué decir. Aún no he pensado cómo hacerlo.
-- Lo imaginábamos no se preocupe. Nosotros hemos preparado un plan infalible a prueba de tontos, usted solo tiene que llevarlo a cabo y listo. Al terminar se reunirá con alguien en un lugar que le será informado más adelante y lo desaparecerá para siempre. -- ríe al decir la última frase.
-- Me agrada la idea. Pueden contar conmigo.
-- Magnífico, sabía que no nos fallaría. -- se dan la mano cerrando su acuerdo.

Jack pensó por un segundo que al tomar aquella mano acababa de cerrar un trato con el diablo pero decidió seguir adelante a pesar de que todo su ser le gritaba que saliera corriendo de ahí. No le importaba nada si lograba su único objetivo en esta vida, derribar a Kara y hacer que volviera al estercolero del que había salido. En poco tiempo el sujeto terminó de explicar el plan y el asentía por lo fácil que se veía.

Al fin luego de algunos días de angustiante espera había llegado el gran momento. Hoy por fin Kara sabría quién era Jack Spheer y de lo que era capaz. "Me encargaré maldita que en tus últimos momentos sepas que fui yo quien te mandó al infierno para luego ir y hacer a Lena mía hasta que no pueda más". Comenzó a reír como poseso mientras arrancaba el auto.

Tú, siempre has sido tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora