Epílogo

302 34 8
                                    

Lena se estira con dificultad para lograr alcanzar su celular y apagar la alarma. Los brazos de su esposa la abrazaban posesivamente. No era raro despertar con una mano de Kara acariciando uno de sus pezones, lo había convertido en un hábito que a ella no le desagradaba para nada. Se voltea para quedar de frente a una desnuda rubia que protestaba en sueños al dejar de sentir el pecho de su mujer entre sus manos. La besa con amor en la frente y luego en los labios riendo mientras a su mente acuden imágenes intensas de la noche anterior. A pesar del paso de los años hacer el amor con su esposa siempre era como la primera vez, no se cansaban de descubrirse mutuamente. Kara la hacía suya con tanta devoción e intensidad convirtiéndola siempre en un océano de placer. Lena adoraba perderse en el cuerpo de su esposa para encontrarse en cada uno de sus orgasmos, en cada palabra de amor y en cada mirada de veneración que se brindaban. Como puede se desliza logrando salir de entre los brazos de su rubia.

-- Lee, vuelve. -- dice entre sueño
-- Ya hay que levantarse dormilona, arriba.
-- No. -- voltea al otro lado.
-- Kara, al volver te quiero fuera de esa cama ya.
-- Solo si me regalas muchos besitos.
-- Si no te despiertas para cuando esté de regreso lo más probable es que no recibas ningún besito en mucho tiempo. Hablo en serio Danvers.

Lena sale sonriendo al ver por el rabillo del ojo como una cabeza rubia salía de abajo de las sábanas.  Ella entra a un dormitorio acercándose a besar una cabellera negra que sobresalía entre los cobertores.

-- Arriba Alex, es hora de despertar mi niño. -- le da otro tierno beso mientras su hijo abre sus lindos ojos azules idénticos a los de su madre rubia regalándole una sonrisa encantadora.
-- Buen día mami!! Cómo amaneciste? Preciosa como siempre!!
-- No se puede negar que eres hijo de tu madre, no me vas a seducir con halagos hijo mío. Ya tienes que salir de la cama, así que nada de cinco minutos más. Voy a despertar a tu hermanita al regresar te quiero en la ducha.
-- ¡¡Ma!!
-- Nada de Ma, arriba Alexandro.

Ahora se dirige al cuarto de su princesa adorada. La pequeña Lissy era el vivo retrato de su madre rubia, Alex la llamaba mini clon de Kara.

-- Amor, buenos días mi bebé. -- le besaba toda su carita.
-- Hola mami!! Y mamá?
-- Dónde crees que esté?
-- Aún en la cama, es una dormilona. -- ambas sonreían por lo que no se percatan que Kara había entrado tirándose sobre ellas en la cama.
-- Llegó el monstruo de las cosquillas. -- le empieza a hacer cosquillas a su pequeña que no paraba de reír.
-- Mami sálvame, sálvame. -- Lena también era víctima de Kara. -- Alex hermanito sálvame del monstruo de las cosquillas por favor.
-- No teman su salvador llegó. -- Alex llegó saltando sobre su madre rubia. Todos reían felices.

Un rato después ya se encontraban reunidos en el comedor desayunando.

-- Amor crees que puedas recoger tú a los niños en la tarde, tengo una reunión y creo que demorará algo.
-- Claro Lee sin problemas. Lo que falta por coordinar para la exposición solo me tomará la mañana, la tarde la tengo libre. De hecho pensaba pasarla contigo.
-- Lo siento bebé, esta reunión surgió a última hora. Debo adelantar en la mañana lo más que pueda en el estudio con los últimos cuadros para luego asistir a la reunión. Te prometo que te compensaré luego. -- le da una mirada coqueta.
-- Mami, Alex se comió la última galleta que me quedaba.
-- Niño, qué te he dicho de molestar a tu hermana? Eres el hermano mayor, se supone que estás para protegerla no para darle dolores de cabeza. Camina a buscar tus cosas que ya estamos retrasados, tú también princesa. Mamá te comprará donuts de camino a la escuela. -- le dijo Kara a sus hijos.
-- De eso nada Danvers. Aquí están sus almuerzos, todo sano y sin tanta azúcar. -- Lena voltea para alcanzar los almuerzos momento que Kara aprovecha para darle un guiño cómplice a sus pequeños. -- En serio crees que no vi eso Kara Danvers. Dije que nada de azúcar tan temprano y eso también va para ti. -- le dijo mientras arqueaba su ceja paralizadora.

Tú, siempre has sido tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora