Cada día en este lugar es... hmm... ¿cómo decirlo? Más de lo mismo. Y que nadie me malentienda, no es como que sea aburrido para mí. No, quiero decir, esta es mi vida y es la que siempre me ha gustado llevar. Aún así, a veces paso por el aquel puente y al ver hacia el horizonte me pregunto cómo será el resto del mundo. ¿Será tan calmado y pacífico como acá? ¿Será igual de tranquilo a como lo es mi pueblo? Tampoco es que tenga muchas intenciones de descubrirlo.
No lo sé y quizá nunca lo sabría porque hay un dicho en este lugar sobre los residentes. «En este árbol naciste y en este árbol perecerás». No tengo problema con eso. Me gusta mi vida, me gustan mis amigos, me gusta Giselle; me gusta mi pueblo.
—¡Jeno! —mi mamá gritó desde el primer piso—. ¿Hijo, puedes bajar tu ropa sucia?
Incluso en la casa más lejana hay una misma rutina. Todos parecemos llevar la misma vida, aún cuando somos diferentes seres humanos. ¿Cómo es esto posible? Todos terminamos desempeñando casi las mismas profesiones. Solo hay una institución en todo el lugar a la que asistimos todos y a pesar de que el pueblo es conocido por la clase social acomodada, no es normal ver a una gran celebridad por estos lugares.
—¡Claro, ya bajo! —le respondí mientras apilaba la ropa que debía bajarle.
Si me asomo en estos momentos por la ventana, podré ver a casi todas las mamás haciendo lo mismo porque claro, es la hora de lavar la ropa. De igual forma estarán mis amigos haciendo quehaceres del hogar para en la tarde reunirnos en el camping hasta mañana en la tarde. Menos Hyuck, él siempre estará dándole de qué quejarse a su madre, aunque al final del día tendrá que lavar la ropa él solo.
Las señoras de la casa, todas, sin excepción alguna, deben encargarse de los hijos y el hogar. Los hombres trabajan para mantener a la familia. Los hijos, dependiendo de su género, también tienen profesiones asignadas. Las mujeres serán enfermeras, maestras, floristeras, reposteras y diseñadoras; los hombres seremos abogados, doctores, policías, bomberos o ingenieros.
Como decía, tenemos una rutina puntual y...
La ventana de la casa que daba a mi balcón se encontraba abierta de par en par. Las cortinas hondeabas con suavidad y dejaban ver la iluminada habitación que poseía esa propiedad. Había un... chico sentado en el borde del ventanal. Nunca en mi vida había visto un chico con el cabello rubio, labios de un color tan rojo y esos ojos tan...
Tan...
Esos ojos no son parte de la rutina, indudablemente.
El chico se quedó mirándome desde el balcón. Su suéter claro hacía juego con su aura casi angelical. Su bello rostro me hizo pensar que quizá el sol había salido a saludarlo. Su libro descansó sobre sus piernas mientras una tímida sonrisa fue construyéndose en sus labios; no pude perderme de vista a sus dedos apretando con fuerza la cubierta de su libro. Desvió la mirada tan solo un segundo y ese segundo en el que no me estuvo mirando sentí que mis rodillas se descompusieron.
—¡Jeno! ¡Niño, por Dios! —gritó una vez más mi madre desde el primer piso—. ¡Baja rápido!
«Más... más lento, Jen».
—Hijo, ten en cuenta por favor que en dos horas debemos ir al club social —mi madre se oía molesta y aún así no perdía dulzura en su voz.
«Jaemin... Guarda silencio, por favor».
—Sino bajas la ropa, jovencito, tendrás que lavarla tú mismo —me regañó una vez mi madre desde las escaleras. Casi podía jurar que estaba golpeando con sus dedos con impaciencia la madera del pasamanos.
«Dé... déjame respirar entonces, Jenori...».
—Además, recuerda que Giselle vendrá en la tarde con su familia para que vayamos al teatro y sino lavas lo que tienes sucio, no irás a ningún lado.
«¿Quieres que te deje respirar?».
—Claro, mamá... —retrocedí algunos pasos sin ser capaz de despegar mis ojos de, lo que parecer ser, el nuevo vecino—. Yo... ya bajo...
«No, por favor.... Toma todo de mí».
El calor en mi rostro y el rojo en sus mejillas quizá fueron un mal augurio para aquel sábado en la mañana; resultó que no podía diferenciar bien ese color. No era normal tener nuevos vecinos. No era normal que las personas los recibieran con tanto fulgor. No era normal que retrocediera sin cortar el contacto visual con él.
Quizá el resplandor de ese brillante rojo en el ambiente me anunciaba una catástrofe total, pero ¿y si ese rojo solo quería indicar el precioso color de sus labios? Era precioso; más precioso que Giselle, Hee Jin o Miyeon. Por algunos segundos dudé si era un chico o una chica, pero cuando puso su rebelde mechón de cabello por detrás de la oreja, vi su manzana de adán moviéndose de arriba a abajo.
Un chico... era el chico más precioso que hubiera tocado la faz de la tierra alguna vez.
En este pueblo solo habían tres reglas, muy sencillas de seguir: La primera, era no romper el toque de queda; todos debíamos estar en nuestros hogares a las diez de la noche. La segunda, era que no debíamos cruzar el puente a no ser que tuviéramos un permiso especial dado por el presidente comunal y lo último...
El chico se levantó de su puesto con su mirada aún en mí; el libro se deslizó silenciosamente hasta el suelo. Después se dio la vuelta y salió corriendo de su habitación.
Cuando cayó la noche, toda la nueva familia del pueblo se estaba presentando en la plaza principal. Dentro de todas las atipicidades de este día, no fue normal la alegría que me dio saber su nombre.
—Un placer, mi nombre es Na Jaemin —mostró una perfecta hilera de blancos dientes y la sombra de los rayos del sol reflejándose en sus mejillas. Curioso; estaba de noche, pero el sol tuvo que irse al ser opacado por su belleza.
Na Jaemin...
En ese momento su nombre me sonó a que lo perseguiría hasta un callejón sin salida solo para probar algo de aquel chico que parecía tan brillante como un color de otoño. ¿Qué era ese algo? No lo sé, pero yo solo... quiero tomarlo.
Cierto, la última regla: los hombres se involucran con mujeres; las mujeres con hombres. Sin excepción alguna.
❧ No es una adaptación; es de mi autoría.
❧ Contiene escenas explícitas de toda índole (sexual, violentas) y no hay aviso en los capítulos.
❧ Empezaré a publicarlo a partir del 10 de junio, pero publiqué el prólogo para saber si sí les gusta o lo mantengo en borradores, je.
❧ Contiene drama, como cualquier historia mía. Romance también y un paupérrimo intento de humor.
❧ Los capítulos tienden a tener entre 4.000 y 5.000 palabras.
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Gracias por leer, comentar, votar y seguirme.
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Red - Nomin.
FanfictionEn un pueblo donde las normas ya estaban escritas y los destinos pactados, la familia Na se mudó para buscar alejarse de la agitada vida de Seúl. Observando por la ventana de su aburrida habitación, fue la primera vez que Na Jaemin vio a Lee Jeno y...