Capítulo 7.

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Jaemin me miró con sus ojos llenos de curiosidad, pero aún así no parecía haber captado del todo lo que trataba de decirle. La comisura de sus labios tembló ligeramente, como que quería ponerse serio, pero aún así su sonrisa permaneció.

Se mordió el labio inferior y en ese punto ya no sabía si lo hacía para coquetearme o solo por los nervios.

—¿De qué hablas? ¿Eh? —volvió a dedicarme esa sonrisa ladeada desquiciante que era completamente nueva para mí—. ¿Enloqueciste?

Negué sintiendo la asfixia acabando con mi raciocinio.

¿Exactamente qué era lo que esperaba que pasara? Está bien... esperaba su cercanía. Si bien estábamos cerca, esperaba más de ello. Más de su calor, de su aliento y de su toque.

¿Estaba mal pensar en eso? ¿En tocarlo de forma indebida? No lo sabía, de repente toda la conversación que tuve con mi padre me confundió a niveles catastróficos. Ya de mi cabeza no salía todo lo que Minhyung hacía con su amigo, pero entonces mi padre mencionó que sí podíamos hacer cosas indebidas, solo que de alguna manera tenía que resolver el hecho de que nadie debía de darse cuenta.

¿Estaba suponiendo que haría cosas indebidas con Jaemin? Posiblemente, porque desde el momento en que su olor se impregnó en mi raciocinio, no he podido arrancarlo de ahí. Sin embargo, no debería de ser tan negativo puesto que ambos éramos hombres.

Aún así... aún así era un poco desconcertante saber que había escritos donde reglamentaban que solo las mujeres podrían involucrarse con los hombres.

¿Había una necesidad específica de puntuar esa clase de reglas? Los hombres no deberían de tener ningún atractivo para otro hombre. Bueno, no deberían, siempre y cuando no tuvieran la apariencia terriblemente preciosa de mi amigo.

Jaemin se removió entre mis piernas y yo sentí un escalofrío recorriéndome por completo el cuerpo; se generó en mis rodillas y subió hasta atacar mi cabeza.

—¿Deberíamos... —su lengua se posó de forma efímera en sus dientes frontales y luego ingresó de nuevo a su cavidad bucal—. cenar algo o...?

Sus ojos iban y venían de mis ojos a mis labios, como si se tratara de un encantamiento poderoso. Sus palabras no tenían convicción alguna y salían dudosas, airadas.

El corazón me estaba avisando todo lo que podría suceder si cruzaba este límite, este marcado límite entre el pecado y lo que era socialmente correcto. Las reglas, mandamientos y los dictámenes del pueblo se paseaban cada dos segundos por mi mente. Nunca había recibido un castigo en mi vida, pero sí sabía bien los castigos a los pecadores.

Los dedos de Jaemin acariciaron mi labio inferior y ese minúsculo toque envió una violenta corriente hacia mi vientre.

Me incliné hacia Jaemin y este contuvo la respiración mientras se mordía con suavidad el labio inferior; la noche estaba fría, pero el fuego dentro de los ojos de Jaemin podrían crear un incendio forestal.

Mis manos rodearon su cintura; su marcada cintura, y Jaemin soltó con suavidad el aire que había retenido en sus pulmones mientras sus manos dejaban rastros de electricidad por mis clavículas para ubicarse alrededor de mi cuello.

Al devolverme a mi posición inicial, con la espalda contra la pared y la cintura de Jaemin aún presa entre mis manos, Jaemin no tuvo mayor opción que seguir mis movimientos, levantándose del suelo y sentándose a horcajadas sobre mí.

Quizá sí habían más opciones, pero él eligió la más asertiva.

Nunca había tenido tanto contacto corporal con alguien, ni siquiera con Renjun, y dudo que alguna vez algún contacto físico se pudiera sentir tan irrisoriamente bien. Sus piernas se ubicaron alrededor de mi cuerpo y una de sus manos, no sabía bien cuál, se deslizó por mi nuca hasta enredarse algunos cadejos de cabello entre sus dedos.

Red - Nomin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora