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46 días para septiembre
—¿Qué tanto me ves? —Preguntó su madre sintiendo la pesada mirada de Satō sobre ella.
Ambas mujeres estaban en la sala, su madre en el suelo con la laptop recargada en la mesa que adornaba el lugar y la castaña mirándola desde un sillón.
—Mamá, ¿Cómo soltaste a papá tan rápido? —Preguntó ocultando sus verdaderas intenciones, su madre levantó la mirada del ordenador y la miró.
—Soltar a la persona que amas lleva un proceso.
—¿Tú amabas a papá?
Su madre sonrió melancólica, levantándose para comenzar a poner la mesa para cenar.
—Si, lo amaba... —Suspiró con pesadez antes de seguir con su labor —Pero ambos decidimos separarnos, él ya está casado y yo...
Satō se quedó quieta esperando a que su madre terminara de hablar, pero algo no decía, algo ocultaba y su sonrisa la delataba
— ____, quiero presentarte a alguien hoy en la cena. —Satō abrió la boca con sorpresa o ver a su madre sonreír de manera sincera, con el corazón latiendo con fuerza asintió
Al poco tiempo su madre se dirigió a la puerta dejando pasar a un hombre bien vestido, el señor se presentó debidamente con la menor entregándole uno de los dos ramos de flores que llevaba.
— ____, él es mi pareja. —Dijo su madre entrelazando su mano con el contrario, Satō sorprendía los miraba desde su lugar.
Una sonrisa se formó en sus labios en el momento que el señor miró a sus madre con amor.
Su madre también tiene todo el derecho de ser feliz y encontrar a una persona que la ame tan intensamente como ella. Eso pensaba Satō.
—Tu madre me contó que estás en el club de fotografía, debe ser interesante. —Dijo el mayor mirándole comer, sus ojos castaños lo miraron mientras asentía con la cabeza
—Si, me gusta la fotografía. Pero solo es por hobbie —Sonrió con amabilidad, sus manos se movían en cada cosa que le contaba al mayor y el feliz de escucharla.
